30 de noviembre de 2013

Más artistas no profesionales


Ya escribí una entrada con el título Artistas no profesionales. Era un poco el corolario de otra anterior, una crítica a un discurso reciente de Muñoz Molina, en la que exponía mi idea de que mucha gente puede tener notables habilidades artísticas sin ser profesionales en sentido estricto.

Esta nota de ahora reafirma esta concepción mía. Recientemente, he tenido que ponerme en manos de amables compañeros traumatólogos —averías de chapa; son mis dolencias 'reales'— y traté de contarlo a mis amigos de forma un poco humorística. Todos entendieron muy bien la broma y supieron continuarla en sus respuestas, algunos con muy buen estilo y bastante gracia e ingenio. Uno de ellos, que daba una conferencia sobre el Valor terapéutico del humor, me pidió enseguida permiso para utilizar algo de mi relato en la misma. Ninguno de ellos es profesional de la pluma.

Incidiendo en todo esto, querría incluir ahora un vínculo para un video hecho por el hijo de unos amigos míos. Me sería imposible juzgar sobre la calidad musical del mismo, porque no soy experto y además no podría ser imparcial. El autor, uno de los niños a los que veía tantas veces jugar incansables en mi urbanización de la sierra, resulta que ahora hace estas cosas y es capaz, incomprensiblemente para mí, de manejarse ya solo por el mundo, sin haber siquiera cumplido los cuarenta años. Increíble, ¿verdad?

El hijo de mis amigos compone muy diversas músicas, toca el piano, atreviéndose con grandes conciertos clásicos, hace arreglos para dicho instrumento y su profesión es la de Finance Manager. El vínculo que muestro más abajo es el de un himno a la Gloria del Real Madrid —el mejor club del mundo, según se explica y demuestra—, obra suya, con letra de un economista, ingeniero y matemático, ya jubilado. Está debidamente inscrito en el Registro General de la Propiedad Intelectual.

En fin, lo que trato de sostener: mucha gente hace cosas con gracia y de mérito, sin ser profesionales en la materia. El vínculo es: http://youtu.be/mS6EwHIiDoE. Los no forofos del Real Madrid, que pudieran sufrir o padecer con la audición, verán allí otras composiciones del autor, algunas de tema religioso, y a él mismo interpretando  un concierto de Bach y otras obras. Mi joven amigo vive ahora en los Estados Unidos.

29 de noviembre de 2013

Un político catalán


Acabo de conocer en una tertulia de la tele a AB, catalán. Me llamó tan poderosamente la atención que enseguida me metí en Internet a indagar. Antes de contar lo que vi en la red, diré algo sobre lo que predicó en el programa.

Allí distinguió muy sutilmente entre vivos y muertos y expresó su convicción de que las constituciones y las leyes, escritas y refrendadas por ciudadanos ya extintos y finiquitados, no debieran aplicarse a las generaciones de vivientes. Son los vivos los que tienen que decidir, vino a decir, lo que no deja de ser razonable. Si se quiere cambiar la camiseta del Barça, por ejemplo, no va uno a elucubrar sobre las preferencias de los contemporáneos de Gaudí. Es mucho más fácil y práctico preguntar a los que pasean ahora mismo por las Ramblas. Bien visto, estoy de acuerdo. Por no hablar de la constitución norteamericana de 1788, esa antigualla. ¿Qué tiene que ver con la realidad y aspiraciones de los ciudadanos actuales de Estados Unidos? Nada. Lo que pasa es que allí no conocen a AB y son como salvajes, dicho sea sin ánimo de ofender.

Se le olvidó recordar que lo de estar vivo no es una condición permanente. Quiero decir que, ¡ay!, los que estamos vivos hoy podemos no estarlo en cien o doscientos años, o incluso antes. Lo cual no invalida la brillante idea de que el derecho a decidir pertenece a los vivos, no se me malinterprete. A lo único que obliga es a preguntar a los vivos de vez en cuando, que tampoco cuesta tanto trabajo. Una generación de catalanes puede querer ser independiente, pero la siguiente puede querer unirse a Escocia o a Rusia o a Murcia, ¿por qué no? Y así sucesivamente. ¿Qué habría de malo en eso? Bien organizado, podría ser hasta divertido.

En la tertulia alguien dijo, por llevar la contraria y fastidiar, que ante una posible consulta en Cataluña, todos los españoles habrían de votar. Pero este AB se las sabe todas y apuntó, apocalíptico, que eso sería un mal negocio, porque podría darse el caso de que los ciudadanos vascos votaran masivamente a favor de la independencia catalana con lo que —al buen entendedor pocas palabras bastan— el problema se multiplicaría. O que lo hicieran los vecinos de mi pueblo, añado yo, buenas gentes, pero algo impredecibles. En cambio, votando sólo los catalanes, los vascos y otras comunidades a lo mejor ni se dan cuenta, los coge distraídos. En fin, lógica de altura sólo equiparable a la de aquel cojo que se iba rezagando y gritaba a quienes huían de un toro escapado: No corráis que es peor.

Los médicos, y perdón por la digresión, en el proceso diagnóstico saltan pronto, en cuanto tienen algunos datos fiables, a una hipótesis provisional, que tratan de contrastar más adelante. El cerebro humano funciona así, utiliza siempre los atajos. No se comporta como los sistemas de inteligencia artificial, que funcionan con algoritmos heurísticos muy diferentes. Digo esto porque, por deformación profesional, con lo que oí a AB, sin más, ya tuve yo una idea de su personalidad y capacidades. De todas maneras, fui a Internet.

Nuestro hombre es escritor, ensayista, novelista, político y uno de los autores más premiados y con más éxito de la literatura catalana. Los títulos de las obras, los premios, etc., todo está bien salpimentado de catalanismo, a lo que no tengo nada que objetar. No he leído nada de él; con sus aires y los razonamientos de su prédica, tengo bastante. Me asomé a la democracia en mi juventud, en Nueva York. Era alcalde John Lindsey, gobernador Nelson Rockefeller y senador Bob Kennedy. Por no hablar del elegante senador de Illinois, Everett Dirksen, llamado cariñosamente the Wizard of Ooze por su oratoria, amante apasionado de las caléndulas, con el que trataba de mejorar yo mi inglés. Nada que ver con algunos de los políticos catalanes actuales (no hablaré de otros aquí). No me explico cómo estos son elegidos; no lo serían en muchas otras partes del mundo.


 

Hay momentos, en la historia de los pueblos, en que los vivos pierden el norte y andan perdidos. El separatismo catalán, incubado en clases medias y altas, ha cambiado. Si la finca se independiza, la van a disfrutar los antiguos guardeses. ¿Y por qué no? Los políticos americanos, eso sí, tan interesados en la psicología y peculiaridades de los pueblos pequeños, entenderán perfectamente, las quejas de un país tan victimizado. Conmovidos por manifestaciones oportunas, como la producida durante el pasado maratón de Nueva York, exigirán a España la inmediata liberación de los oprimidos.

26 de noviembre de 2013

Más sobre el pendrive


En una entrada anterior hablé del pendrive y de un significado de la palabra pen en inglés (small place of confinement or storage”). Pero algún lector puede argüir, con toda razón, que pen también significa pluma en ese idioma. Querría decir unas palabra sobre esto.

Todos los idiomas son complicados y el inglés es uno de los que más en cuanto a los diversos orígenes de su vocabulario. El pen que significa pequeño espacio —leo en el Oxford Dictionary of English— viene del Old English penn y tiene un origen desconocido. En cambio, el pen que significa pluma viene sucesivamente del Middle English, del antiguo francés penne y del latín penna (pluma). En latín también existe la palabra pluma, con la misma significación.

Lector, yo ya me pierdo en esto y sólo lo menciono para que se vea la complejidad de cualquier asunto y la necesidad de recurrir a los expertos. En inglés la pluma de las aves es feather y quise saber la etimología de la palabra, tan distinta fonéticamente de pen. Y veo, en el citado diccionario, que en el Old English existía la palabra fether, relacionada con el holandés veer y el alemán feder, derivadas todas de una raíz indoeuropea, compartida por el sánscrito patra (ala), el latín penna (pluma) y el griego pteron (ala). O sea que, a través de mil pasos intermedios, en la palabra feather también hay raíces que empiezan por el fonema [p].

Por la función del artilugio que se designa como pendrive en el mundo de los ordenadores, el significado más pertinente es el de lugar de almacenamiento. Aunque mucha gente lo relacione con la idea de pluma. Lo que ocurre es que la otra acepción de pen es mucho menos conocida, en general.

 

24 de noviembre de 2013

A night in New York


Ya dije que estoy empezando con este blog y aún no sé nada bien cuál será su conformación final. De momento voy escribiendo las sucesivas entradas sin ningún tipo de ordenación o método y cambiando de tema muy a menudo. Los franceses definen esto como passer du coq à l’âne, una expresión de muy antiguo origen, pero que es plenamente actual. En español podría decirse, con el mismo sentido, “hablar del mar y los peces”. Y ocurre que, como a Lope en aquel soneto que le mandó hacer Violante, yo pensé que no hallara consonante, / y estoy a la mitad de otro cuarteto…

Eso sí, la preocupación de siempre: me pregunto si esto tendrá alguna utilidad. Conocer expresiones de alguna lengua extranjera puede tener su gracia. Y corregiré algún error. El término inglés pendrive, por ejemplo, se ha hecho popularísimo. Como se trata de un dispositivo en el que se almacena digitalmente algo que se ha escrito, identificar pen con pluma era casi inevitable. Pero pen, en este caso, se refiere a “small place of confinement or storage” (pequeño lugar de almacenamiento), y designa muy bien el artilugio; no tiene nada que ver con una pluma.

En fin, incluía yo en mi entrada anterior el principio de un relato mío, Una noche en Nueva York, en español. Querría hacerlo ahora en inglés, pidiendo excusas de antemano por una traducción que seguramente tendrá sus faltas. Por si alguien quiere leerlo en inglés o no conoce nuestro idioma. La traducción automática que hace el propio blog no deja de ser milagrosa y vale en algunos fragmentos. Pero está llena también, como es lógico, de errores insalvables.
 

A NIGHT IN NEW YORK
 
                                                           It is such an amazing fantasy of stone, glass, and
                                                           iron, a fantasy constructed by crazy giants,                        
                                                           monsters longing after beauty, stormy souls full of  
                                                           wild energy. All these Berlins, Parises, and other                  
                                                          "big" cities are trifle in comparison with New York
                                                                           (letter from Máxim Gorki to Leonid Andreev on his
first impressions of New York, April 11th, 1906)                                     

These were already years of apathy and boredom. He came to New York as an obliged step in his rational approach to the problem, because he wanted to have all the data and with all possible accuracy. He did not travel to this city as often as before but he had always thought that, faced with a life threatening disease, he would like to rely on some other medical opinion, precisely here, taking advantage of the relative ease to come and the friends and connections that he still had. Then, once in the city, he had decided not to contact anyone until knowing the definitive results of the tests and medical examinations. But this was not planned, this was a last minute decision.

And there also was that other desire, large and turbidly caressed: that of coming here to die, disturbing no one, far from his reduced family and the old friends, in the city where he was so happy and where, in a certain sense, he had achieved everything. The city that he had nevertheless abandoned later. He had always experienced his return to Spain as a sort of betrayal to this New York in which his best dreams had become true. Why had he not remained here, why had he not spent his life here? Is that we know why we do the things we do?

Many a time he had imagined himself awaiting serenely his death at night, in some quiet place, isolated in the immense city, gazing once more at the fascinating spectacle of the nocturnal town that he had seen so many times coming to Manhattan, or returning, crossing some of the bridges that he normally transited, Queensboro or Brooklyn. New York is a city of light, of activity, of night and dreams. He still remembered his first trips on board the Staten Island ferry, in working days —“There are more lights then”, he had been told¾, with the skyscrapers ablaze, alone or with some other friends, other foreigners like him, taking part in the tours organized by the club in which he inscribed himself just upon his arrival, located in the very center of Manhattan, the Midtown International Center.

In these tours the guide, a volunteer, a Jew of German background but born already here, would always pose questions, happy to be able to show for the first time so intense beauty to such heterogeneous groups: what do you think, what does it remind you, what does it suggest to you? ¡And so many different answers! All loaded with emotion, pointing all out the glorious show of the city flooded with light, exploding in light, like some inextinguishable fireworks, sprouting unstoppable from the waters, planted there by the effort of true titans, full of energy and life. It was a magic vision that evoked hidden and powerful giants, men capable of looking face to face to gods, men who were as worthy as gods, who perhaps were real gods and had forever stolen the sacred fire from the gods.

That wonder finished slowly and not completely every night, but one had the certainty of its daily and eternal renewal. And the same thing when crossing the innumerable bridges or climbing the Empire State or going to the delightful bar at the top floor of 666 Fifth Avenue. It would truly be a privilege to have that image in front of the eyes while bidding farewell to the world, to have it in the retina when everything were over.