21 de julio de 2015

De la bendita España, de sus avatares (fin)


Palabras clave (key words): silogismos, modos, errores, sofismas, secesionismos, ubetenses.

Queridos lectores, tengo que pediros perdón: soy un malqueda, no cumplo mis compromisos. Había prometido dejar los temas de actualidad, me había despedido de los enojosos asuntos del día a día, y resulta que hoy voy a continuar con ellos. Sólo tengo la disculpa de que lo hago ex necessitate rei, como decían los latinos, porque lo pide la materia, por pura necesidad de la cosa.

Hablé en mi entrada anterior de los políticos, del secesionismo catalán, etc. y, con toda seguridad, no dije nada extraordinario o excesivamente original. El que algo no sea extraordinario no excluye que sea verdadero. Si alguien afirma que la Tierra gira alrededor del Sol —o al revés, que no recuerdo bien ahora— no dice nada nuevo o inusual, pero dice la verdad.

 Los tontuelos me sacan de quicio. Ahora resulta que uno de esos jóvenes políticos de ahora no quiere saber nada de los antiguos dirigentes de Izquierda Unida. El partido comunista de Madrid tenía, no sé si todavía, un piso cerca de mi casa en el que vivieron, sucesivamente, Julio Anguita y Gerardo Iglesias. Al primero lo vi alguna vez haciendo footing suave, tras su infarto de miocardio; con el segundo me crucé alguna vez. Anguita es una persona culta y amable. Gerardo Iglesias ha sido el más honrado y ascético de todos los comunistas que han ocupado puestos directivos.

El título de la entrada viene de lo que cualquiera podría decir frente a las soflamas, roncerías y sofismas de los soberanistas catalanes: Nego majorem, ergo nego consequentiam (Niego la mayor y por tanto la conclusión). En los silogismos hay dos premisas, mayor y menor, y de su trabazón lógica deriva la conclusión. Esto ya estaba en Aristóteles, pero los escolásticos medievales hilaron muy fino y distinguieron 19 modos correctos, de los 64 posibles, al integrar en estos silogismos cuatro tipos de proposiciones: dos generales, A y E (afirmativa y negativa) y dos particulares, I y O (afirmativa y negativa). ¿Se acuerda alguien de aquellas extrañas y misteriosas palabras del bachillerato: Bárbara, Celarent, Darii y Ferio? Complicado, ¿verdad? Lo dejo ya.

Si digo Todos los hombres son inmortales, Pedro es un hombre, luego Pedro es inmortal, el encadenamiento lógico es perfecto, pero la conclusión es falsa, porque lo es la premisa mayor. Alguien podría argüir entonces: Nego majorem… Y eso es lo que ocurre con los secesionistas catalanes, aunque no se trate aquí de silogismos en sentido estricto —muchos razonamientos son fácilmente convertibles en silogismos—. No votar el sí es votar contra Cataluña. Niego la mayor. Arriba a la derecha, en un mapa de España, hay un país, ese es el problema, dice otro, sin más explicaciones y como descubriendo la piedra filosofal. Niego la mayor y digo que también arriba, a la izquierda, está Galicia. Son dos territorios, dos tierras entrañables para la mayoría de los españoles. No votar el sí es dejar a Cataluña en una vía muerta. Niego la mayor. Madrid nos roba. Niego la mayor. O incluso, si Madrid roba, que se aclare el tema y se devuelva urgentemente lo robado. Los españoles no nos quieren, nos humillan constantemente. Niego la mayor. Recurrimos a procedimientos anormales porque no estamos en un país normal, dice un recién llegado al barullo, como si lo normal en otros países fuera estar continuamente votando secesiones que rompan su integridad. Al contrario, creo que muchos gobiernos extranjeros quizá no fueran tan pacientes.

Preferiría que fueran más claros, que dijeran que les conviene independizarse por razones mercantiles y no trataran de justificarlo con sofismas fácilmente rebatibles. No puedo dejar de pensar lo que hubiera podido ser este país nuestro, España, sin los terribles problemas que hemos tenido, que tenemos, con los separatismos.

No estoy en ninguna red social, pero algunas de mis entradas sé que circulan por ellas y allí he tenido comentarios cariñosos de mis paisanos ubetenses, que agradezco. Alguno se lamenta de no tener más fácil acceso a mis escritos. He hecho casi todo lo razonable para que fueran más conocidos en Úbeda, pero con poco éxito.

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