Palabras clave (key words): Tomás de Celano, San
Buenaventura, Francisco Gonzaga.
Ya dije que había llegado al milagro de las
cruces de Ayllón de manera casual. Un buen amigo mío,
prestigioso cirujano, Rafael de la Plaza, me regaló un libro, El convento de San Francisco de Ayllón, que
trata sobre el convento fundado por San Francisco de Asís a la vuelta de su
peregrinación a Santiago, en 1214, con poco más de treinta años, y en el que se menciona el milagro. Se construyó extramuros
de la ciudad, en torno a la ermita de San Bartolomé, a orillas del río Aguisejo.
Tras esta afirmación, he de hacer un inciso
de gran pertinencia. Las entradas de mi blog no pretenden ser artículos
académicos. Simplifico a veces los hechos y datos, sin detallar las diversas
opiniones, interpretaciones, etc. Tanto en el milagro como en la fundación conventual, sigo huellas, leyendas y tradiciones, aunque
no se garantice la veracidad. Me amparo en lo que escribió un famoso escritor francés sobre cierta leyenda: elle est si jolie que ce serait dommage de ne pas y croire.
Tomás de Celano, primer biógrafo de San
Francisco de Asís, escribió a los dos años de su muerte, una Vita Prima, que trata de los primeros
tiempos del santo. Su Vita Secunda,
escrita de 1244 a 1247, refleja las dos décadas posteriores a su
fallecimiento. El Tratado de los milagros
de San Francisco es aún posterior, entre 1254 y 1257. Algo después, en1260, el capítulo general de la Orden Franciscana encargó a San Buenaventura reducir
a una sola biografía definitiva todo lo escrito o transmitido por tradición
oral hasta entonces sobre el Fundador. Presentó este el fruto de su trabajo en
1263, la Leyenda mayor. El capítulo
general de 1266 le dio carácter oficial e impuso por obediencia a todos los
religiosos la destrucción de las biografías anteriores.
La Leyenda
apenas añade nada nuevo a la trilogía de Celano. Del viaje de San Francisco a
España, comenzado probablemente en julio o agosto de 1213, en compañía de
Bernardo de Quintavalle y cuya ruta no se detalla, cuenta lo que copio del
capítulo noveno: Emprendió viaje hacia
Marruecos con objeto de predicar el Evangelio de Cristo al Miramamolín y su
gente, y poder conseguir de algún modo la deseada palma del martirio. Y era tan
ardiente este deseo, que, a pesar de su debilidad corporal, se adelantaba a su
compañero de peregrinación, y, como ebrio de espíritu, volaba presuroso a la
realización de su proyecto. Pero cuando llegó a España, por designio de Dios,
que le reservaba para otras muy importantes empresas, le sobrevino una
gravísima enfermedad que le impidió llevar a cabo su anhelo. Resumiendo, San Francisco llega a España y al poco
tiempo ha de volverse a Italia.
En el siglo XIV diversas obras franciscanas
introducen un cambio sustancial. Se habla de la “venida en peregrinación” a
Santiago, asunto no mencionado en las fuentes del siglo XIII. Actus Beati Francisci et sociorum eius, escrita
de 1327 a 1337 en latín y de autor incierto, es el primer documento que recoge
este motivo del viaje. Y ya se dice que fue en Santiago donde Francisco tuvo la
revelación que le instaba a adquirir muchos lugares por el mundo, “porque su
Orden se dilataría y crecería en gran multitud de hermanos”. También en Las florecillas, una recopilación de
hechos de San Francisco de autor anónimo, de la segunda mitad del siglo XIV, se
da esta justificación al viaje.
En el siglo XVI, Francisco Gonzaga,
franciscano y obispo italiano, en su obra De
origine Seraphicae Religionis franciscanae eiusque progresibus (1587), escrita
tras su visita a las Provincias Españolas, donde recogió mucha información y
tradiciones, insiste en la peregrinación a Santiago como razón del viaje, con
dos acompañantes: Bernardo y Masseo. Cita también la conversación de San Francisco con el
rey Alfonso VIII en Burgos, para presentarle la Regla y pedirle permiso para
construir conventos.
A partir de los siglos XVII y XVIII, las
fuentes son tantas que se hacen casi inmanejables. El franciscano Ángel Uribe
OFM, refiriéndose a las fundaciones de San Francisco en España, escribe en 1988:
“Son leyendas y tradiciones inverosímiles, sin consistencia alguna en la
realidad, haciéndole recorrer, si las juntamos todas, los caminos más apartados
y más desconcertantes para llegar a todos los lugares que se citan”. En
definitiva, no se puede afirmar o negar con documentos ciertos el paso de San
Francisco por los lugares, pueblos y ciudades que dice la tradición. Y tampoco se
puede afirmar con total certeza que haya fundado este o aquel convento.
También el P. Atanasio López afirmó a
principios del XX, sobre San Francisco en España: “Tanta confusión han sembrado
los cronistas del XVI y siguientes, que no es fácil resolver qué haya de
verdadero o legendario en sus narraciones”. El viaje ha dado ocasión a muchas leyendas
sobre la fundación personal de los conventos. En la reciente obra del
franciscano Valentín Redondo, El viaje de
San Francisco a España, se citan más de cincuenta, que se pretende que
fueron fundados directamente por el Santo de Asís. Otra fuente de confusión es
que muchos de los milagros atribuidos a la invocación al santo, son confundidos
con milagros realizados personalmente por él; en parte por la redacción de los
mismos, algo confusa en el caso de San Buenaventura. En el Tratado de los milagros de San Francisco del Celanense, el texto es menos
equívoco. Tras estas básicas y necesarias aclaraciones,
diré algo más, y termino, sobre el convento de Ayllón.
(continuará)