Terminaron mis entradas sobre la seducción y ahora, como otras
veces, trato de escribir una, corta y sencilla, cosa no tan fácil para mí. Como
afirma Horacio en su Ars Poetica, “brevis esse laboro, obscurus fio”: trato
de ser breve y resulto oscuro. Quiero compartir con mis lectores citas, algunas
recientes, surgidas o evocadas de manera un tanto casual y que tienen una
cualidad común, que comentaré enseguida.
Recurrimos a las citas con frecuencia —yo acabo de
hacerlo—, en muy diferentes circunstancias. A veces somos capaces de
identificar con exactitud el origen, la fuente; otras veces, lo hacemos de
manera menos formal, utilizando nexos narrativos como “alguien ha escrito, un
amigo mío dice”, etc. Hay muchos libros de citas, en todos los idiomas. Me
permitiré recomendar uno, The Oxford Dictionary
of Quotations.
He agrupado estas citas, porque son thought-provoking, hacen pensar —en otras se busca la belleza en la
expresión, la agudeza, la ironía, etc.— La primera la encuentro en un breve
ensayo científico y remite a una obra de Italo Calvino, Las ciudades invisibles. Allí se cuenta una lúcida conversación
entre Marco Polo y Kublai Kan, que resumiré. Marco Polo describe las piedras de
un puente: ¿Pero cuál es la piedra que sostiene el puente?, pregunta Kublai
Kan. El puente no está sostenido por esta piedra o aquella, responde Marco,
sino por la línea del arco que ellas forman. Kublai Kan permanece silencioso,
reflexionando, y añade: ¿Por qué me hablas de las piedras? Lo único que me
importa es el arco. Marco responde: Sin piedras, no hay arco.
Hablé hace poco de un seductor, François Mitterrand. En
su obra L’abeille et l’architecte, hay una cita de
Karl Marx, cuyo análisis es interesante: L’abeille confond par la
structure de ses cellules de cire l’habilité de plus d’un architecte. Mais ce
qui distingue dès l’abord le plus mauvais architecte de l’abeille la plus
experte, c’est qu’il a construit la cellule dans sa tête avant de la construire
dans la ruche. La abeja confunde
por la estructura de sus celdas de cera a más de un arquitecto. Pero lo que
distingue desde el principio al peor arquitecto de la abeja más experta es que
aquel construye la celda en su cabeza antes de construirla en la colmena.
Recogí
recientemente una cita de Lope de Vega: “La verdadera fama es ser bueno”, idea
con la que ahora, después de una vida ya algo larga, no puedo estar más de
acuerdo. Creo, lector, que todo lo demás no importa o importa muy poco. Algo de
análogo porte dice don Quijote, por boca de Cervantes —o al revés, que no es
fácil decidirse en esto—, con unas palabras muy citadas de siempre: “ningún hombre es más que otro si no ha hecho más que
otro”. Años atrás escribí sobre esto: Para mí, ni siquiera cuando un hombre ha
hecho más que otro podría decirse, en justicia, que es más que otro. Es muy
difícil valorar y justipreciar lo que cada uno de nosotros hace. Además, puestos a
matizar o transigir, estaría más dispuesto a suscribir que quizá un hombre es
más que otro si es más honrado que otro, si es más justo que otro, si es más
bueno que otro. Me acerqué mucho entonces a lo que había sentenciado Lope
cuatrocientos años antes.
Una última cita más, muy breve, de la gran actriz Bette Davis,
que murió con 81 años:
Old age is not for sissies, la vejez no es
para blandengues. Y
acabo esta entrada, para no alargarme y cumplir mi propósito. Téngase en cuenta
que parte de lo escrito es traducción. Si no traduzco, una parte de mis lectores
podría perderse. Y, por supuesto, no elucubro nada sobre el contenido de las citas.
Esa sensación de que son máximas que invitan a pensar, que ‘tienen su miga’, espero
que surja entre quienes me leen, sin necesidad de ninguna explicación o
exégesis mía. Si no es así, hemos perdido el tiempo, ellos y yo. No creo que
suceda; en cualquier caso, tenía que intentarlo.