Prometí hablar de Zadig, cuando me referí al español mencionado en la Biblia, pero ayer
me extravié en el pasado y narré recuerdos de juventud y de mi amada Bolonia. Contaré
ahora la hazaña en que Zadig muestra una vez más su clara inteligencia y
también su buen sentido: eso que, debiendo ser la destilación normal de un
cerebro sano, se encuentra más raramente de lo esperable. Te mostraré lector la
prosa sencilla y límpida de Voltaire, que es como un arroyo amable y risueño en
la montaña, frente a tanta farragosa literatura de ciénaga.
Empezaré por lo apócrifo, la
dedicatoria de Sadi a la sultana Sheraa. Se dice allí: Je
vous offre la traduction d'un livre d'un ancien sage qui, ayant le bonheur de
n'avoir rien à faire, eut celui de s'amuser à écrire l'histoire de Zadig,
ouvrage qui dit plus qu'il ne semble dire. Os ofrezco la traducción del libro de un sabio antiguo que, gozando de
la felicidad de no tener nada que hacer, quiso divertirse escribiendo la
historia de Zadig, obra que dice más de lo que parece decir.
En ese libro se cuenta que el
rey de Babilonia nombró primer visir a Zadig y cómo este ejercía su cargo: Zadig
montrait tous les jours la subtilité de son génie et la bonté de son âme; on
l'admirait, et cependant on l'aimait. Il
passait pour le plus fortuné de tous les hommes, tout l'empire était rempli de
son nom; toutes les femmes le lorgnaient; tous les citoyens célébraient sa
justice; les savants le regardaient comme leur oracle; les prêtres même avouaient
qu'il en savait plus que le vieux archimage Yébor. Zadig mostraba todos los días la
sutileza de su ingenio y la bondad de su alma; se le admiraba y, sin embargo,
se le amaba. Pasaba por ser el más afortunado de los hombres, todo el imperio
estaba lleno con su nombre; todas las mujeres posaban sus ojos en él; todos los
ciudadanos alababan su justicia; los sabios lo miraban como a un oráculo; incluso
los magos admitían que sabía más que el viejo archimago Yébor.
Y ahora viene la hazaña que
quería mostrar : Il y avait une grande querelle dans Babylone
qui durait depuis quinze cents années, et qui partageait l'empire en deux
sectes opiniâtres: l'une prétendait qu'il ne fallait jamais entrer dans le
temple de Mithra que du pied gauche; l'autre avait cette coutume en
abomination, et n'entrait jamais que du pied droit. On attendait le jour de la
fête solennelle du feu sacré pour savoir quelle secte serait favorisée par
Zadig. L'univers avait les yeux sur ses
deux pieds, et toute la ville était en agitation et en suspens. Zadig entra dans le temple en sautant à pieds
joints. […] Tout le monde fut pour
lui, non pas parce qu'il était dans le bon chemin, non pas parce qu'il était
raisonnable, non pas parce qu'il était aimable, mais parce qu'il était premier
vizir. En
Babilonia había una querella que duraba mil quinientos años y dividía el reino
en dos facciones tercas: una afirmaba que siempre se debía entrar en el templo
de Mitra con el pie izquierdo; la otra abominaba de esta costumbre y entraba
siempre con el derecho. Se esperaba el día de la solemne fiesta del fuego
sagrado, para ver a qué facción favorecía Zadig. El Universo tenía los ojos
puestos en sus pies, y la ciudad entera estaba agitada y en suspense. Zadig
entró en el templo saltando con los pies juntos. […] Todo el mundo estuvo a su
favor, no porque mostrara el buen camino, no porque fuera razonable, no porque
fuera amable, sino porque era el primer visir.
Lector, he querido ofrecerte una
muestra del estilo de Voltaire. Es tan sencillo, en su forma y en su contenido,
que algunos han tachado al escritor de frívolo y superficial, de anecdotista. No
te dejes engañar. Como figura en la dedicatoria de Zadig, la obra dice más de lo que parece. Los anacronismos son
intencionados, el humor está siempre presente. El autor se refiere a veces a
pueblos temibles y desgraciados, dotados para la elucubración y mistificación
religiosas. Voltaire vivió un tiempo en el que algunos creyeron posible la
definitiva erradicación de la superstición y la ignorancia. A mi juicio, en
literatura lo fácil es la escritura alambicada y vacua; lo difícil, la ajustada
y clara, sólo con la distorsión indispensable para acoger la belleza.