10 de junio de 2016

Borges, amores y desamores (VIII, fin)


Palabras clave (key words): Dos poemas ingleses, Batalla de Maldon, Saga de los Volsungos.

Las razones en las que me apoyo son bastante obvias. Beatriz Bibiloni era muy bella y los poetas de siempre han dedicado versos a estas beldades notorias. Y aún más importante, aunque era argentina, su madre, Mary Webster, hablaba en inglés con ella desde niña y en este idioma se comunicaban Beatriz y Georgie. Es muy explicable que, dadas las circunstancias, los poemas para tal destinataria estuvieran en ese idioma común e íntimo. La sugerencia de que fueron escritos así para ocultarlos al marido no es nada convincente. Borges, en sus amores, en sus intentos, no distinguía demasiado, incluso antes de tener problemas de vista, entre casadas y solteras; no reparaba, no se daba cuenta. En esto era algo descuidado; de hecho, la amistad entre Borges y Beatriz provocó todo tipo de suspicacias en la época.
Los versos son bellísimos y quiero, para terminar esta larga serie de entradas, mostrar algunos del segundo poema, traducidos al castellano. Son versos de enamorado, de un enamorado desesperado por no poder retener el objeto amado, de un enamorado que quizá unos meses más tarde pensaría en quitarse la vida. Todo cuadra un poco, pero hay que tener cuidado con la imaginación, que es muy revoltosa.  Ahí van los versos, tal como aparecen en las Obras completas, de RBA-Instituto Cervantes, 2005:
 
¿Con qué puedo retenerte?
 Te ofrezco calles descarnadas, crepúsculos desesperados, la luna de rasgados suburbios.
 Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado larga y lentamente la luna solitaria.
[…]
 Te ofrezco cualquier hallazgo que puedan guardar mis libros, cualquier hombría, el humor que pueda tener mi vida.
 Te ofrezco la lealtad de un hombre que nunca ha sido leal.
[…]
Te ofrezco explicaciones de ti misma, teorías acerca de ti misma, auténticas y sorprendentes noticias de ti misma.
 Te puedo dar mi soledad, mi oscuridad, el ansia de mi corazón. Estoy tratando de sobornarte con la incertidumbre, con el peligro, con la derrota.

Borges murió el 14 de junio de 1986, en Ginebra, donde está enterrado, en el cementerio de Plainpalais. En el anverso de su lápida puede verse su nombre, un grabado circular con siete guerreros y la inscripción And ne forhtedon na. Hay también, en el ángulo inferior izquierdo, una pequeña cruz de Gales con las fechas 1899 1986, las de nacimiento y muerte del escritor. La inscripción es parte de un verso, de un poema épico anglosajón altomedieval del siglo X, La batalla de Maldon, y quiere decir “sin pánico alguno”. Es la arenga de un jefe a sus soldados en una batalla: Byrhynoth después dispuso a sus hombres. / En medio de ellos cabalgando ordenó / y enseñó a los soldados así a resistir: / asiendo el escudo sólidamente, / prietos los puños, sin pánico alguno (traducción del escritor y poeta Antonio Rivero Taravillo). En el reverso se ve una leyenda algo más larga: Hann tekr sverthit Gram ok / leggr i methal theira bert, dos versos de la saga islandesa Saga de los volsungos, del siglo XIII, escrita en prosa, que significan: Él tomó su espada, Gram, y colocó el metal desnudo entre los dos. Debajo una nave vikinga y la inscripción “De Ulrica a Javier Otálora”, dos personajes de un relato borgiano, Ulrica. Me permito mostrar dos fotos de la lápida.
Todo es intrincado y culto, como casi toda la obra de Borges. Este texto se refiere a la leyenda de Sigurd, quien, obligado a dormir junto a Brynhild, la pretendida del hermano de su esposa, coloca la espada Gram entre ambos. Años después, Brynhild ordena por celos la muerte de Sigurd, para apuñalarse después, pidiendo que los dos cadáveres reposen juntos, otra vez con la espada Gram entre ambos. Los versos son justamente el epígrafe que usó Borges para su relato Ulrica, de El libro de arena, de 1975. Kodama, ya lo dijimos, siempre pretendió que la mujer del relato estaba inspirada en ella. En él, Borges cuenta: “Para un hombre célibe entrado en años, el ofrecido amor es un don que ya no se espera”. Quizá a él sí le fue otorgado, al final. ¡Ojalá!
Hubo más mujeres, pero creo que he contado, con algún detalle, la historia de las más conocidas. Quedan muchas, algunas ya las mencioné en mi primera entrada.


 

7 de junio de 2016

Borges, amores y desamores (VII)


Palabras clave (key words): María Kodama, Bioy Casares, Alejandro Vaccaro, Beatriz Bibiloni.

Borges y Kodama se casaron por poderes, él estaba en Ginebra y ella en Paraguay, con algunas irregularidades en la partida matrimonial. No hacía falta la boda para que Kodama heredara, pero lo hicieron porque Borges lo pidió así. Los cercanos al escritor no acababan de creerlo; su hermana, Norah Borges, dijo que se trataba de una ‘unión diabólica’. Hubo más comentarios de esta índole. Bioy Casares afirmó que Borges no quería irse a Ginebra y que sólo lo hizo por la presión de Kodama. Esta tuvo quizá razones para decir que “conoció la maldad cuando se casó”. Borges murió el 14 de junio de 1986 y fue enterrado en el cementerio de Plain-Palais. La lápida encierra referencias a su relato Ulrica, cuyo personaje está, según Kodama, inspirado en ella. Amigos de Borges dijeron que este quería descansar con sus antepasados en el cementerio de La Recoleta y que deseaba un escueto epitafio invocando el olvido.
Dos años después de la muerte de Borges, en 1988, Kodama creó la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y desde entonces se entregó “al enorme trabajo que supone difundir una obra tan maravillosa e inmensa”. Se vio enzarzada en múltiples problemas judiciales con los detentadores de derechos e intereses sobre la obra del difunto: con su traductor al inglés, Norman Thomas di Giovanni, coautor de Un ensayo autobiográfico del argentino; con el ensayista Osvaldo Ferrari y, el más reciente, con motivo de la reedición de las Obras Completas de Borges en la colección La Pléiade, de Editorial Gallimard, de Francia.
No fueron sólo problemas judiciales. Kodama es atacada en ocasiones y sabe defenderse. También sabe atacar y que sean los otros los que tengan que oponerse. De Bioy Casares, el eterno amigo de Borges —este lo llamó dos días antes de su muerte, desde Ginebra, para despedirse— dijo que era “un desecho humano”, por haber revelado en su autobiografía la identidad de sus amantes, que fueron bastantes, añado yo, porque era poco inhibido, muy diferente en esto de Borges. Era, sigue diciendo Kodama, “el Salieri de Borges, que lo consideraba un cobarde”. Uno de los que respondieron a este insulto fue Alejandro Vaccaro, quien escribió que “tildarlo de desecho humano y cobarde era un agravio gratuito e inmerecido para quien transitó con éxito su larga vida literaria, gran parte de ella junto a su amigo Jorge Luis Borges”.
No puedo detenerme más. Sólo querría hacer dos últimas puntualizaciones. Epifanía Uveda de Robledo, Fanny, la mucama de la familia Borges durante cuarenta años, afirmó, en el libro El señor Borges, escrito con Alejandro Vaccaro, contestando a la pregunta sobre el presunto amor de Borges y Kodama: “¿Amor? Eso nunca fue amor, lo que pasa es que él estaba muy solo. Ella maltrataba al señor, yo fui testigo. Le gritaba y un día lo empujó en la puerta del ascensor. El señor de quien estuvo muy enamorado fue de Estela Canto. La adoraba y guardaba su fotografía entre sus libros. Ella fue su novia desde los 17 años, pero nunca tuvieron relaciones sexuales. Bueno, pobrecillo, no las tuvo con ninguna de sus mujeres. Y menos con Kodama. No era algo que le interesara, le tenía pánico. Yo siempre digo que el pobre señor se murió virgen”.
También cuenta una conversación entre la madre del escritor y Kodama: ¿Usted está enamorada de Georgie?, preguntó doña Leonor. No, yo estoy enamorada de la literatura de Borges, pero no del hombre, respondió Kodama, desconcertada. Apenas se retiró la visita, Leonor hizo un rictus de horror y, como en los culebrones de la tarde en la radio, dijo en voz alta: “Esta piel amarilla se va a quedar con todo”. Una matización pertinente es que Fanny fue víctima de un cambio en el testamento de Borges, en tiempos ya de Kodama, por el que quedó prácticamente desheredada, como ya conté. Este detalle debe ser tenido en cuenta a la hora de interpretar sus afirmaciones.
La segunda puntualización es sobre Two English Poems, los dos poemas ingleses del libro El otro, el mismo, que también mencioné antes. Fueron escritos en 1934, un año antes del indeciso intento de suicidio de Borges. Las elucubraciones sobre la destinataria de los versos son muy variadas. Muy probablemente fue Beatriz Bibiloni Webster de Bullrich, nacida en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1901. Leo que su belleza hipnotizó a Buenos Aires y Nueva York en los años veinte, además de sus habilidades deportivas e intelectuales. Explico todo esto un poco más en la próxima entrada.
(continuará)