Dije en mi entrada anterior que pretendía hablar de los
criptogramas de letras o literales, que no son tan abundantes como los
numéricos y no tienen la riqueza y variedad de propiedades de estos —el más
conocido quizá es el llamado cuadrado Sator, que muestro al final—. Ambos tipos
tienen cierta relación con los palíndromos. Se conoce como palíndromo a un
conjunto de letras o números que se leen lo mismo hacia adelante que hacia
atrás. En el caso de números, tales cifras son llamadas capicúas. De los de
letras, quizá el más conocido es el de Dábale
arroz a la zorra el abad, con la variante menos popular de Adán dábale arroz a la zorra; el abad, nada.
Diferentes, aunque parecidos son los anagramas, en los
que parejas de palabras tienen las mismas letras en diferente orden, como norte y tenor, o losa y olas. La primera pareja cumple un
requisito que no cumple la segunda, si se consideran las sílabas: forman la misma palabra. Todos estos juegos representan diversas maneras de las
muchas que existen para perder el tiempo. Pero tienen historia y se les ha
supuesto en ocasiones poderes mágicos, por lo que las consideramos aquí.
El cuadrado Sator, considerado
en conjunto, completo, es un palíndromo; no lo es si miramos las filas o
columnas aisladamente. Si se empieza en el ángulo superior izquierda y se leen
sucesivamente las filas, resulta: Sator
arepo tenet opera rotas. Lo mismo ocurre si se leen las columnas. Y
también, si se comienza en el ángulo inferior derecho y se leen las filas
(hacia la izquierda) y las columnas ( hacia arriba).
¿Y qué?, puede que te preguntes, lector, con toda razón.
Pues no mucho, la verdad. Son palabras latinas, excepto arepo, que no existe en dicha lengua, cuya traducción es
complicada, confusa y banal: El sembrador
Arepo mantiene diestramente las ruedas, con lo que quizá se aludiría a una
probable tarea agrícola. Y sin embargo, y aquí reside el atractivo de todos los
esoterismos, especialmente para ciertas mentes, algunos pretenden que el cuadrado
esconde el secreto hermético de la cuadratura del círculo. Nada menos.
El cuadrado se ha descubierto en muchos sitios
arqueológicos de Europa: en ruinas romanas de Inglaterra, en una de las paredes
de la catedral de Siena, en Rochemaure (Francia), etc.; incluso, leo, en
Santiago de Compostela. El más antiguo fue encontrado en las excavaciones de
Pompeya, en 1925, esculpido en una columna de un gimnasio. Dado que se presenta
en bastantes iglesias de la época medieval, e identificando al sembrador como
el Creador, también se le ha dado una significación cristiana, con el sentido
de: El Creador, autor de todas las cosas,
mantiene con destreza sus propias obras. De hecho, con las veinticinco
letras que lo forman (5x5), se puede formar una cruz con las palabras
PATERNOSTER cruzándose perpendicularmente, en sentido vertical y horizontal,
con la N en el centro común. Sobran dos A y dos O, que ocuparían los cuadrantes
que quedan fuera de los brazos de la cruz y corresponderían a las alfa y omega
griegas, representando el principio y el fin. Se trataría de una crux dissimulata, utilizada por los
primeros y perseguidos cristianos. Con esta interpretación no están de acuerdo
todos los estudiosos. Vaya, menos mal.
Más probablemente, en mi entender, este cuadrado, como
tantas otras fórmulas mágicas, sería uno más de los objetos apotropaicos
—destinados a prevenir y proteger a los poseedores contra las mil calamidades
que nos acechan constantemente—, presentes en rituales y supersticiones de
todas las edades y culturas, propuestos para garantizar nuestra salud y
bienestar y que no han funcionado demasiado bien nunca. Digo yo, me parece a mí.