Leo en alguna parte que una
determinada actuación fue el ‘clou de
la velada’. La palabra en cursiva es francesa y significa clavo. Por el
contexto se entiende el sentido de la expresión, pero busco en el oportuno
diccionario y encuentro la expresión le clou du spectacle, con el sentido de atracción
principal de un evento. Y también: clouer le bec à quelqu’un, cerrarle el pico a alguien. Clouer quelqu’un au pilori, poner a alguien en la picota. Ma
montre est au clou, mi reloj está empeñado.
Être maigre comme un clou, estar delgado como un palillo. Ne
pas valoir un clou, no valer un pito. Et cetera.
Encuentro igualmente, en una
obra de Pierre Daninos, la expresión entre la poire et le fromage. Quiere decir, literalmente, entre la pera y el queso y alude a un
tiempo relajado, para tratar cualquier tema con calma, sin prisas. El tiempo
entre el postre y lo que he oído llamar a veces, en español, ‘repostre’ (no
registrada en el DRAE).
En el mismo libro encuentro la
palabra sueca, Valborgsmässoafton. El sueco está fuera de mi horizonte lingüístico, pero me llamó la
atención la enorme palabra. Designa una festividad similar a la Walpurgisnacht
alemana. Ambas derivan de una fiesta celta, que marcaba el inicio del
verano pastoral y la marcha de los ganados a los prados de montaña. Es la noche
del treinta de abril al uno de mayo —para algunos, el cumpleaños de Satanás—y
en algunos lugares se asocia a prácticas de brujería, por lo que se la conoció
como noche de las brujas. Los romanos consagraban el mes de mayo a los
antepasados y pensaban que estos podían aparecer entre los vivos. Recomendaban no
casarse en ese mes, porque podía uno matrimoniar con una persona del otro
mundo. Bueno, pues a lo mejor no resultaban peores, digo yo.
Tantas palabras, tantos giros, tantos
idiomas. Escribo todo esto, no para mostrar cierto manejo de lenguas, sino
justamente para lo contrario. Es casi imposible dominar perfectamente un
lenguaje no materno, salvo quizá si se aprende muy tempranamente. La
multiplicidad de lenguas —hay más de siete mil en el mundo— siempre me ha
parecido un castigo, aunque cada una tenga su gracia y su belleza. No digamos
si se emplean para justificar o fomentar diferencias, odios o exclusiones.
Tal vez he aburrido un poco, pero quería
compartir estas ideas. Seguramente nos pasa a todos los que escribimos un blog:
creemos que tenemos cosas que decir. Ocurre, sin embargo, que nos podemos pasar
la vida entera muy equivocados con nosotros mismos. Creyéndonos guapos, listos,
que escribimos bien… Por eso conviene recordar que la modestia no estorba
nunca.