25 de julio de 2016

Mitos griegos y actualidad española

Cada uno escribe y se inspira como Dios le da a entender; ya dije una vez que la literatura de ficción está hermanada con la libertad. En cambio, los ensayos y escritos académicos, exigen rigor y la verdad ha de ser el fruto de una muy cuidada alquimia, que requiere constancia y esfuerzo. Los hechos de actualidad son de carácter tal que no demandan inasequibles conocimientos o expertise, pero sí una reflexión sosegada.
Muchos españoles empezamos a vivir la coyuntura actual como preocupante hasta la angustia; pensamos que nuestro país no está para dilaciones y juegos malabares. Un grupo de exministros, periodistas e intelectuales ha firmado un manifiesto en el que reclaman soluciones prontas e inmediatas a la ya excesiva interinidad del gobierno en funciones. Innumerables ciudadanos, no versados en politología, estamos de acuerdo.
Mi blog casi permanentemente neglige (el verbo ya está por fin en el DRAE) la actualidad y, sin embargo, llevo ya unas cuantas entradas metido en temas políticos, aunque trato de hacerlo de manera distinta, desenfadada y con algo de humor. Acabo de leer una obra, Endimión, del premio Nobel del año 1916, el sueco Carl Gustaf Verner von Heidenstam. La novela no es nada buena, pero no pretendo con esto juzgar la obra del literato, que es amplia. Pensaba escribir sobre el mito helénico del bello pastor y Selene, en otras versiones con Artemisa. Metido en el mundo helénico, releo viejos apuntes míos, que me devuelven a nuestra situación actual. Me explico.
Me encuentro con Ate, la diosa del error, de los actos irreflexivos, hija de Zeus y de Eris (la Discordia). Fue castigada por su propio padre y arrojada del Olimpo. Desde entonces, Ate no apoya sus pies sobre la tierra, sino que camina pisando las cabezas de los hombres a los que induce a cometer errores sin que ellos se percaten y puedan evitarlos; provoca así eternamente el desorden y el caos. Así la presenta Homero, aunque es verdad que autores griegos posteriores la califican y describen de otra manera, como ocurre tantas veces con esta peculiar mitología. Y me pregunto yo, ¿no andará metida ahora esta diosa Ate por aquí, enredando, tan sin necesidad?
En mi entrada anterior mencioné a la diosa Tetis, madre de Aquiles, que velaba por él continuamente. Algunos piensan que quien mató a Aquiles no fue realmente Paris, sino el propio Apolo, porque “el de los pies ligeros” había matado a su hijo Cicnos de un golpe en la nuca, su único punto vulnerable. Tetis, que preveía este triste final, había puesto a Aquiles, desde que era niño, un sirviente, llamado Mnemón, con la exclusiva misión de recomendarle prudencia cada media hora. Mnemón se descuidó en esto y Tetis lo mató por haber descuidado su deber. Y me pregunto otra vez, ¿no podría arbitrarse, con cargo a los presupuestos del Estado, una legión de consejeros recomendando continuamente la prudencia y el sentido común a todos los candidatos al Gobierno.
A Pedro Sánchez le diría que, de momento —sólo de momento— se olvidara de querer ser presidente del gobierno. Y aduciría los razonamientos de Leonte de Gaudos a su tío Antifinio, que trataba de arrebatarle el reino: Después de todo, gobernar no es tan agradable. Me parece justo que seas rey. Eres viejo, eres feo, estás maltrecho, no puedes pretender que una mujer joven y hermosa se enamore de ti. Quédate, pues, con el reino y sé feliz. Yo, en cambio, me quedaré con Calimnia, la rubia, la sublime, la cándida Calimnia de labios de coral. Nada quiero del mundo más que a ella. Aquí, la situación no es ni remotamente similar y pido que no se me interprete al pie de la letra. Pero hay algo en esas palabras de Leonte que rezuma buen sentido y sabiduría, si se considera con lo que los griegos llamaban sofrosine, σωφροσύνη, templanza. Virtud que supongo en los que firmaron el manifiesto, porque el peor suplicio es ver en medio de ciegos, que te creen tan ciego como ellos.
Es forzoso llegar a acuerdos y que estos estén bien cimentados y se cumplan. Han de ser como el artificio que usó la diosa Hera para inmovilizar a su inquieto e infiel marido, Zeus, en la cama matrimonial: cien correas con cien nudos, inventados por Hefaistos, que tenían la propiedad de que cuando se desanudaba uno se anudaban los otros. Sólo el gigante Briareo, que tenía cien brazos,  pudo liberar al padre de los dioses de esta portentosa atadura. Pues nudos de esos aquí.
He visto hace poco, y esto me apena sin tregua ni sosiego, a Mónica Oltra, política valenciana que se queja de que los españoles gustan de votar a delincuentes, despojada de su sonrisa, que creí yo imperecedera. No se ríe ahora, no como antes. En este mundo griego encuentro también la solución: el elenion, el sedante que inventó la bella Helena y hace olvidar todo lo ingrato del mundo. Lo obtenía de sus propias lágrimas y fue el que utilizó para serenar a Telémaco, el hijo de Ulises, cuando la visitó en Esparta, desesperado por no tener noticias de su padre. Se puede leer en la Odisea, canto IV: En el vino que estaban bebiendo ella echó velozmente un fármaco que ahuyenta el dolor, la ira y el recuerdo de todos los males. Aquel que lo bebiese, una vez mezclado en la crátera, ya no derramaría lágrimas ese día, ni aunque muriesen su madre y su padre. Que alguien busque el remedio y se lo dé a la otrora riente (lector, aunque no lo creas, no está en el Drae) mujer.

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