Amigos lectores, he dejado entender más de una vez que
todo cansa y eso incluye también a mi blog, aunque lo haya seguido escribiendo;
los seres humanos somos así, inconstantes y erráticos, unos más que otros. En
cualquier caso, para que no se me puedan aplicar gratuitamente las palabras de
un coro de Los claveles, la zarzuela
del maestro Serrano —dice que se va, dice
que se va, dice que se va y vuelve—, querría desvelar algunos planes
inmediatos.
No es que yo piense que exista una gran preocupación
entre mis lectores por algo tan sin sustancia como si continúo o no con este
cuaderno de bitácora. Pero tengo un especial agradecimiento y respeto por los
que me han seguido estos años y me parece oportuno contarles lo que pienso
hacer. El blog ha crecido demasiado y hay un solo responsable, que soy yo. Son
ya casi mil páginas, calculando por el número de palabras que me indica el
procesador de textos Word y la
extensión de algún libro mío. Empiezo a no saber ya lo que he escrito hasta
ahora, aunque puedo indagar en los índices para orientarme. Aun así, no creo
que esto deba ser eterno, sobre todo siendo materia tan prescindible. Todo esto
se entiende fácilmente.
No obstante, sería improcedente cortarlo definitivamente
y para siempre. Tengo textos ya escritos, que no he podido publicar hasta ahora,
porque otros los iban postergando. Desde mayo, cuando visité Batuecas, una muy
bella y desconocida región de España, escribí unas páginas que me gustaría
incorporar al blog. Desgraciadamente son unas cuantas y lo habré de hacer en
varias entradas, como otras veces. Fue un trabajo al que dediqué algún tiempo y
que, aunque sea algo largo, recoge y resume con alguna fidelidad lo leído en
otros trabajos, muchos más extensos todavía.
También es probable que comente en alguna ocasión la
inquietante actualidad política de nuestro país. Me consta que otra mucha gente
lo hará mejor que yo, pero es difícil sustraerse al deseo, casi la necesidad,
de expresar lo que uno piensa respecto a asuntos que nos afectan tan de lleno
como los de naturaleza política. Estamos realmente en una situación nueva —sin
exagerar, que ya se sabe que nihil novum
sub sole— y bastante incomprensible. Incomprensible, porque no puedo
entender que gentes tan sin preparación se arroguen el papel de descubridores
infalibles de los remedios que necesita nuestro país. Para los mayores, que
hemos conocidos otros ambientes y otras personas —no todas brillantes y, desde
luego, no todas honestas—, a pesar de todo resulta inexplicable esa
congregación de políticos nuevos tan extremadamente torpes. Pudieron tener un
gobierno con sus hechuras y desperdiciaron clamorosamente la ocasión. Nadie se acusa
de eso, pero sí piden perdón por cosas mucho más banales.
Quiero, pues, despedirme y lo haré más cumplidamente en
mi próxima entrada. No es una despedida definitiva y espero que nos encontremos
todavía de vez en cuando, en las páginas de este blog. Pero hay que domeñar a
esta especie de Hidra de Lerna, la que Hércules mató en el segundo de sus doce
trabajos, capaz de renovar y multiplicar incansablemente sus cabezas. Por
cierto, leo en un escritor francés antiguo que hubo un decimotercer trabajo de
Hércules, más difícil que los otros doce juntos. Cito textualmente: Avoir changé cinquante filles en femmes en une seule nuit (convertir cincuenta niñas en mujeres en una sola
noche). Verdaderamente.
Quedará siempre lo ya escrito, con índices actualizados
para la fácil búsqueda de los temas, e iré añadiendo alguna cosa tal cual vez.
Más tarde, ya veremos. Quizá ahonde un poco más en vivencias y recuerdos
personales, algunos esclarecedores de la sociedad en que he vivido. Nada
parecido a unas memorias, que nunca he pensado en redactar. De hecho, he
escrito pocas cosas personales en mi blog.
Todo lo mejor, queridos lectores. Hasta pronto, cuando me
despida un poco más literariamente de vosotros. Hasta siempre.
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