Explicación inicial
Lector, déjame explicarte por qué me dirijo tan directamente a ti al comenzar este escrito y antes de cualquier otra consideración. Ocurre que esta es mi primera aportación activa en el blog que acabo de crear, ya que su página inicial era sólo un relato, Mis primeros pasos, que estaba escrito hace ya algún tiempo.
Lector, déjame explicarte por qué me dirijo tan directamente a ti al comenzar este escrito y antes de cualquier otra consideración. Ocurre que esta es mi primera aportación activa en el blog que acabo de crear, ya que su página inicial era sólo un relato, Mis primeros pasos, que estaba escrito hace ya algún tiempo.
Al
ponerme a escribir para el blog, comprendo claramente que nada de esto tendría
sentido sin dirigirme a alguien, a quien sienta próximo y hasta algo atento. Yo
siempre he escrito para alguien; no sé los demás. Puedo entender que otros
escriban urbi et orbi, pensando en
grandes masas de lectores, pero no es mi caso. Y, desde luego, al que no
comprenderé jamás es al que dice escribir sólo para sí mismo. Para eso está la
meditación, la reflexión, silenciosa e íntima. Si se escribe es para que
alguien lea lo que uno va pergeñando.
Esto
puede ser hasta muy obvio. Pero exponerlo al principiar este blog me parece
extremadamente pertinente, porque no lo habría creado sin la idea, sin la
ilusión, de compartir mis opiniones, mis sentires —y mis bromas—, con algunos
seres concretos, con amigos que ya tengo y otros que podría hacer: gentes sin
prisa, a las que no les importe esta introducción algo larga, gentes que traten
de desmenuzar un poco el sentido último de lo que leen. Eso es lo que busco y
ya sé que no es nada fácil. Los lectores así son verdaderamente copartícipes en
la escritura. El que escribe es entonces un catalizador, un inductor. No es un
cumplido previo, una petición discreta de indulgencia o complicidad, lo siento
muy sinceramente.
Quizá se
podría pensar que hasta ahora no he dicho nada y que este blog no promete
demasiadas ideas o novedades. Pues, fíjate lector, yo pienso que la persona
para quien quiero escribir, se habrá dado cuenta de que, en realidad, he
hablado ya sobre las diversas actitudes que cualquier escritor puede adoptar a
la hora de empezar su trabajo. ¿Y las razones por las que quiere hacerlo? Hay
muchas: se escribe por la necesidad incontenible de contar una verdad —lo que
nos parece una verdad—, por ganar dinero, por saciar alguna de las infinitas
formas de la vanidad, etc. Me gustaría que pensaras sobre esto y digas lo que
quieras sobre el tema.
Y por
hoy no añadiría yo nada más, porque todo tiene que ser como un juego, suave y
alígero. Pretendo poner de vez en cuando alguna palabrilla un poco menos
corriente, para recordársela al lector. Se trata también, claro, de enseñar, lo
poco que uno pueda enseñar. Hasta otra vez. Pronto te contaré, de manera un poco
más estructurada, cómo concibo la manera de leer. O te contaré mis fundadas razones
para defender la inmovilidad de la Tierra, de nuestro planeta, frente a tantas
suposiciones erróneas. En fin, ya nos iremos conociendo y piensa, desde ahora,
que a veces escribiré en broma. A mi lector, al lector que busco, no tengo ni
que prevenirlo de eso.
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