He hablado de
Sebastián Iradier, aunque sería incapaz de valorar su importancia como músico.
Lo que me apena es que no pudiera gozar de ese último gran éxito, el de La Paloma —por lo que veo en Youtube,
casi no hay cantante que no la haya interpretado alguna vez—. Lo de las famas
póstumas y la inmortalidad que acarrean no deja de ser un don discutible. Woody
Allen decía: Lo de ser inmortal por mi obra no está mal, pero yo preferiría,
simplemente, no morirme.
La vida de
Iradier no fue, de ninguna manera, la de un fracasado; sólo al final la fortuna
le dio traidoramente la espalda. Se codeó con la alta aristocracia madrileña,
fue amigo de escritores y artistas en la Corte y tuvo como alumna, entre otras,
a Eugenia de Montijo, que sería luego Emperatriz de los franceses. En alguna
época también logró introducirse en el mundillo artístico parisino. Parece que
fue simpático y gastador, elegante hasta un cierto dandismo, donjuán y mujeriego.
Pasión o virtud esta última, que me cuesta mucho condenar, sobre todo en los
hombres.
Leo ahora un
libro de un escritor italiano del siglo XIX, Petruccelli della Gattina, médico,
escritor, periodista y político, bastante influyente en su tiempo, y del que
hoy sólo quedan, como recuerdo, una calle, un busto y una lápida en su pueblo
natal, en Moliterno, en la Basilicata. En esto se parece un tanto a Iradier. Lo
cito también porque se empeña en afirmar, sin pruebas, que Pilato era de
Híspalis —otros han postulado que era de Astorga—. Aclaro que no es este el
español que aparece en la Biblia y del que dije, y lo haré, que me ocuparía.
Este último era cordobés y no hay dudas al respecto. También cita Petruccelli
algo que, por puro azar, remite a un suceso reciente en Madrid, donde un joven
ha arrancado a mordiscos casi toda una
oreja a otro, en una reyerta.
Petruccelli lo cuenta
de Antígono Matatías. Voy al historiador Flavio Josefo y compruebo efectivamente
el hecho. En el año 40 a. C., este Antígono fue nombrado rey de Palestina y arrancó
las orejas a un tal Hircano. Lo leo en inglés: Antigonus himself also bit off Hyrcanus's ears
with his own teeth, […] so that he might never be able to take the high priesthood again, for the high priests
that officiated were to be complete, and without blemish (traduzco y abrevio: el propio Antígono arrancó con sus dientes las
orejas a Hyrcanus […] para que nunca pudiera ser Sumo Sacerdote, porque estos
habían de ser completos y sin defecto físico). Ya se ve: Nihil novum sub sole.
Doy un vínculo más de La Paloma. Es de André Rieu en Méjico,
con el público, conmovido, entregado y feliz, cantándola. http://youtu.be/hD-as4l2f2Q. ¿Podrá ver todo esto Iradier?
Ojalá. Sería justo, sería bonito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario