Palabras clave
(key words): Libro de la Sabiduría, Décimo Magno Ausonio, Garcilaso
La cita original la leo en casa, en mi Biblia de Jerusalén, y es del Libro de la
Sabiduría, 2, 8 (uno de los sapienciales del Antiguo Testamento).
Esta obra, falsamente atribuida al rey Salomón, está redactada en griego y en
realidad debió de ser escrita hacia mitad del siglo I, a. C., probablemente por
un judío helenizado de Alejandría. Las palabras que me interesan se han
conservado bien en las referencias posteriores y quiero dejarlas en un contexto
original algo más amplio: Hartémonos de vinos exquisitos y de perfumes, / no se nos
pase ninguna flor primaveral, / coronémonos de rosas antes de que se marchiten. Se trata del desacertado discurso de los impíos, se
advierte.
El texto habla de flores primaverales, en general, y
luego de las rosas. La rosa es considerada universalmente como la primera entre
las flores, la reina, por sus cualidades y quizá también por su efimeridad. En
francés existe la expresión mériter la rose, con el significado de ser el mejor entre los que
rivalizan por conseguir algún premio o ventaja. Siempre, claro, que el torneo o
concurso sea resuelto en justicia, lo que no ocurre siempre, en ningún país.
Y no dejan de ser un modelo de belleza nombrado
constantemente en muchos textos literarios. En una obra de François L'Hermite,
Señor de Soliers, conocido como Tristan l’Hermite, La Marianne (1636), se lee : “Tu ne devrais jamais marcher que sur des
roses” (Deberías marchar sólo sobre
rosas). En otra obra de Pierre Jean de Béranger (Octavie, 1812), encuentro: “Ne livre plus les roses de ta bouche / aux
baisers morts d'un fantôme impuissant”
(No ofrezcas las rosas de tu boca / a los besos muertos de un fantasma
impotente).
En un célebre poema, De
rosis nascentibus, de Décimo Magno Ausonio, un poeta latino del siglo IV,
uno de los versos es el profusamente citado en muchas antologías: “Collige, virgo,
rosas, dum flos novus, et nova pubes, et memor esto aevum sic properare tuum” (Recoge, muchacha, las rosas, mientras está fresca tu
juventud, y recuerda que así pasa también tu vida).
También se menciona la rosa en un bellísimo soneto de
Garcilaso de la Vega y se aconseja gozar de la primavera antes de que sea
demasiado tarde: “Coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto, antes que el tiempo
airado / cubra de nieve la hermosa cumbre; marchitará la rosa el viento helado”.
De un poeta inglés del siglo XVII, Robert Herrick, tomo
un poema, muy citado en la literatura inglesa, To the
virgins, to make much of time (A las
doncellas, para que aprovechen el tiempo): Gather
ye rosebuds while ye may, / old time is still a-flying: / and this same flower
that smiles to-day / to-morrow will be dying
(Coged las rosas mientras podáis, el tiempo veloz vuela: la misma flor que hoy
sonríe, mañana morirá).
Entre los poemas que mencionan a las rosas, el más
conocido, probablemente, de la historia de la literatura, es el de un poeta
francés del siglo XVI, Pierre de Ronsard. De este poema y algunos más hablaré
en próximas entradas. Pero antes me referiré a la segunda cita sobre estas flores,
la que encontré también en mi libro de Paul Bourget: Respirons les roses… Los colores diferentes en el texto
no persiguen ningún efecto estético : sólo tratan de separar las fuentes y
facilitar la lectura.
(continuará)
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