Palabras
clave (key words): Rosas, juventud, moral, Voltaire, Bossuet, Gellert
Me gusta citar, lo confieso. Busco a veces un refrendo a
alguna idea mía, pero sobre todo lo hago por comodidad, por vaguería, por
pereza. ¿A qué tratar de componer de nuevo un pensamiento si alguien lo ha
expresado ya con acierto? Además, la cita abre al lector un horizonte nuevo, un
autor que puede resultarle interesante.
Prácticamente siempre, encuentro las citas en mis
lecturas. La cita de Robinson de mi entrada anterior me vino de leer a Paul
Bourget (1852-1935). Si lees buenos libros, encuentras buenas citas; es así de
simple. Pues, en ese mismo libro, encuentro un par de referencias a las rosas y
ahí empieza este camino de hoy, que ni sé cuánto puede durar. Pero que querría
un camino de rosas. Como aquel sobre el que andaba la sultana Sheraa en la
dedicatoria del Zadig de Voltaire: Charme de prunelles,
tourment des cœurs, lumière de l’esprit, je ne baise point la poussière de vos
pieds, parce que vous ne marchez guère, ou que vous marchez sur des tapis
d’Iran ou sur des roses (Niña de mis ojos, tormento de corazones, luz del espíritu, no beso el
polvo de vuestros pies porque apenas marcháis o andáis sobre alfombras de
Persia o sobre rosas).
La primera cita en Bourget era, exactamente: Couronnons-nous de roses, devant qu'elles ne soient
flétries, comme les impies dont parle l’Ecriture (Coronémonos de rosas, antes de que se marchiten, como
los impíos de que hablan las Escrituras). Se indica el origen de la cita, pero
yo quería saberlo con más precisión. Para eso, para todo, es muy útil el
buscador de Google. Escribo allí el principio de la frase y me aparecen esas
palabras en la obra del famoso predicador francés Jacobo Benigno Bossuet. Veo
que es una referencia suya a la cita de la Sagrada Escritura, y sigo indagando.
El buscador me lleva después a un libro de 1772,
traducción francesa de una obra alemana. Son Conferencias Académicas sobre
Moral, leídas en la Universidad de Lepzig por Christian Fürchtegott Gellert
(1715-1769). Gellert fue un precedente de Schiller y Goethe, admiradísimo en su
época. Innovador en literatura, escribió fábulas a la manera de La Fontaine,
novelas sentimentales y canciones espirituales, algunas musicadas por
Beethoven. Fue el más noble y amigable de los hombres, tierno de corazón,
generoso, de piedad y humildad sinceras y escribió para mejorar el carácter
moral del pueblo, leo en Wikipedia (casi la única enciclopedia que manejo
ahora).
Busco en esas Leçons de Morale y encuentro la cita. Te
copio el párrafo entero, lector: “¿Qué es lo que el hombre joven, estima como
bueno, noble o malo y molesto?”, se pregunta Gellert. Y razona: “La sabiduría
que él quiere seguir es la que le empuja a librarse al juego, al vino, a gozar
sin límites. Pasemos alegremente nuestros días, [...] coronémonos de las rosas
que la Primavera de la edad hace florecer para nosotros y no esperemos a ornar
nuestras cabezas con ellas, cuando el invierno de la vejez las haya marchitado.
Riámonos de los viejos y de sus bellos discursos: ¿razonarían tan fríamente si
no estuvieran ya helados por su edad?”.
Para mí fue una pequeña fiesta perderme en estos
vericuetos de la literatura, la historia y la moral. Para eso hace falta tener
tiempo y que te guste este jaleo. Lector, yo quisiera distraerte siempre, pero
has de ser un poco especial. El tema es largo y lo dejo para otras entradas. Te
anticipo que la respuesta final al enigma la encontré en mi casa, en mi Biblia
de Jerusalén. Queda mucho que hablar de las rosas.
(continuará)
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