Palabras
clave (key words): Thomas Jefferson, trasplante renal, trasplante de corazón
Conviene recordar
que la compra de Luisiana, en 1803, duplicó el tamaño de los Estados Unidos y
constituye hoy el 23 % del país. De sus ideas sobre la esclavitud y de la
relación con su esclava Sally Hemings —algo íntimas, porque tuvieron juntos
seis hijos— no diré nada más. Jefferson ha sido considerado como el apóstol de
la libertad e inspirador de partidos políticos y disidentes liberales en muchos
países.
Nada que ver
aquella reunión de premios Nobel con la nuestra, infinitamente más modesta.
Pero algunos de nosotros habían trabajado con pioneros en medicinas o cirugías de
vanguardia y se charló sobre ellos, comentando detalles interesantes o
curiosos. Hablando de trasplantes renales, se mencionó a los gemelos Rafael y
Robert Mendez, que hacían esa cirugía hacia 1970, en Los Angeles, años después de
que Joseph Edward Murray realizara el primer trasplante con éxito definitivo en
Boston, en el año 1954, lo que le valió el Premio Nobel en 1990. Murray presumía de
no haber investigado nunca, como expuso en la
autobiografía que envió al Instituto Karolinska al recibir el premio.
Antes de 1954, el
nefrólogo Jean Hamburger, de París, inventor del primer riñón artificial, había
impulsado al equipo quirúrgico de Louis Michon, a realizar el primer trasplante
renal en el hospital Necker, el día de Navidad de 1952, en el paciente Marius
Renard. Jean Hamburger fue uno de los tres grandes ‘Jean’ de la medicina francesa
del siglo XX, con Jean Bernard y Jean Dausset. Los dos primeros escribieron también
obras no médicas. Hamburger tiene una, espléndida: Le journal d’Harvey, biografía algo novelada del descubridor de la
circulación de la sangre.
Los citados Mendez
eran hijos de un personaje singular, Rafael Méndez, nacido en Jiquilpan,
Méjico, en 1906, trompetista de fama mundial, de repertorio clásico, popular
mejicano y jazz, que murió en el año 1981. Tiene su estrella en el Paseo de los
Inmortales de Hollywood. Este Rafael era el cuarto hijo de quince y con sólo
cinco años empezó a tocar la corneta y a acompañar a su padre en la orquesta
que había fundado y que fue contratada por Pancho Villa. Se dice que en la guerra la orquesta tocaba todos los días a las cinco
de la tarde y se hacía una tregua. Luego, continuaba el combate. Los cirujanos
Mendez también tocaban la trompeta y acompañaron alguna vez a su padre.
Alguien de
nosotros pudo conocer a uno de los fundadores de la hematología, William
Dameshek, nacido en Rusia y que llegó a Estados Unidos con sólo tres años. Otro
era residente en el Maimonides Hospital de Nueva York aquel 6 de diciembre de
1967, cuando Adrian Kantrowitz realizó el primer trasplante de corazón en un
niño, el segundo en el mundo, tres días después del de Barnard. Se comentaba entonces
en el Maimonides que días antes, por circunstancias fortuitas, no se había
podido hacer allí un trasplante, que habría sido primicia mundial. Kantrowitz y Michael DeBakey, en 1965, ya habían
implantado un artificio mecánico para ayudar al corazón insuficiente. En 1967 había
cuatro cirujanos preparados para el salto definitivo: Norman Shumway, de Stanford
University; Richard Lower, en Virginia; el propio Kantrowitz y Christiaan Barnard, en Sudáfrica. Fue este el
que llegó primero a la meta.
Gente excepcional,
activísimos todos y muchos longevos. DeBakey murió a punto de cumplir 100 años,
Jean Bernard con 99, Murray con 93 y Kantrowitz con 90. Hablar de ellos,
recordarles con sencillez y cariño, fue una fiesta. Con la alegría y el pasmo
de haber rozado a gente admirable. No olvidamos a nuestros maestros españoles,
presentes en nuestras recordaciones de ese día y siempre. Entendemos que todo
ha sido como una bendición, algo por lo que deberemos estar siempre agradecidos,
y lo estamos. De la distendida charla, cito aquí sólo los asuntos de
interés más general.
Se habló de
gastronomía; un momento, para saludar y felicitar a la cocinera. Había mil
temas mucho más interesantes; si lo puedo decir, sin ofender a algún chef famoso.
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