Palabras
clave (key words): silogismos, modos, errores, sofismas, secesionismos, ubetenses.
Queridos lectores, tengo que pediros perdón: soy un
malqueda, no cumplo mis compromisos. Había prometido dejar los temas de
actualidad, me había despedido de los enojosos asuntos del día a día, y resulta
que hoy voy a continuar con ellos. Sólo tengo la disculpa de que lo hago ex necessitate rei, como decían los
latinos, porque lo pide la materia, por pura necesidad de la cosa.
Hablé en mi entrada anterior de los políticos, del
secesionismo catalán, etc. y, con toda seguridad, no dije nada extraordinario o
excesivamente original. El que algo no sea extraordinario no excluye que sea
verdadero. Si alguien afirma que la Tierra gira alrededor del Sol —o al revés,
que no recuerdo bien ahora— no dice nada nuevo o inusual, pero dice la verdad.
Los tontuelos me
sacan de quicio. Ahora resulta que uno de esos jóvenes políticos de ahora no
quiere saber nada de los antiguos dirigentes de Izquierda Unida. El partido
comunista de Madrid tenía, no sé si todavía, un piso cerca de mi casa en el que
vivieron, sucesivamente, Julio Anguita y Gerardo Iglesias. Al primero lo vi
alguna vez haciendo footing suave, tras su
infarto de miocardio; con el segundo me crucé alguna vez. Anguita es una
persona culta y amable. Gerardo Iglesias ha sido el más honrado y ascético de
todos los comunistas que han ocupado puestos directivos.
El título de la entrada viene de lo que cualquiera podría
decir frente a las soflamas, roncerías y sofismas de los soberanistas
catalanes: Nego majorem, ergo nego
consequentiam (Niego la mayor y por tanto la conclusión). En los silogismos
hay dos premisas, mayor y menor, y de su trabazón lógica deriva la conclusión.
Esto ya estaba en Aristóteles, pero los escolásticos medievales hilaron muy
fino y distinguieron 19 modos correctos, de los 64 posibles, al integrar en
estos silogismos cuatro tipos de proposiciones: dos generales, A y E (afirmativa
y negativa) y dos particulares, I y O (afirmativa y negativa). ¿Se acuerda
alguien de aquellas extrañas y misteriosas palabras del bachillerato: Bárbara,
Celarent, Darii y Ferio? Complicado, ¿verdad? Lo dejo ya.
Si digo Todos los
hombres son inmortales, Pedro es un hombre, luego Pedro es inmortal, el
encadenamiento lógico es perfecto, pero la conclusión es falsa, porque lo es la
premisa mayor. Alguien podría argüir entonces: Nego majorem… Y eso es lo que ocurre con los secesionistas
catalanes, aunque no se trate aquí de silogismos en sentido estricto —muchos
razonamientos son fácilmente convertibles en silogismos—. No votar el sí es votar contra Cataluña. Niego la mayor. Arriba a la derecha, en un mapa de España,
hay un país, ese es el problema, dice otro, sin más explicaciones y como descubriendo
la piedra filosofal. Niego la mayor y digo que también arriba, a la izquierda,
está Galicia. Son dos territorios, dos tierras entrañables para la mayoría de
los españoles. No votar el sí es dejar a
Cataluña en una vía muerta. Niego la mayor. Madrid nos roba. Niego la mayor. O incluso, si Madrid roba, que se
aclare el tema y se devuelva urgentemente lo robado. Los españoles no nos quieren, nos humillan constantemente. Niego la
mayor. Recurrimos a procedimientos
anormales porque no estamos en un país normal, dice un recién llegado al
barullo, como si lo normal en otros países fuera estar continuamente votando
secesiones que rompan su integridad. Al contrario, creo que muchos gobiernos extranjeros quizá no fueran tan pacientes.
Preferiría que fueran más claros, que dijeran que les conviene
independizarse por razones mercantiles y no trataran de justificarlo con
sofismas fácilmente rebatibles. No puedo dejar de pensar lo que hubiera podido
ser este país nuestro, España, sin los terribles problemas que hemos tenido,
que tenemos, con los separatismos.
No estoy en ninguna red social, pero algunas de mis
entradas sé que circulan por ellas y allí he tenido comentarios cariñosos de
mis paisanos ubetenses, que agradezco. Alguno se lamenta de no tener más fácil
acceso a mis escritos. He hecho casi todo lo razonable para que fueran más
conocidos en Úbeda, pero con poco éxito.
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