Palabras
clave (key words): Traducciones, aposiopesis, Gérard de Nerval, Goethe.
En unas pocas páginas de la novela Howards End se pueden apreciar las continuas dudas y problemas que
acechan al traductor de cualquier texto, reclamando en él habilidades añadidas
al profundo conocimiento de los dos idiomas, el de partida y el de llegada, de
toda traducción. He revisado el capitulo XV de la obra y parte del XVI y he
escogido sólo los casos más demostrativos.
Aparece en el original inglés la expresión “Then did
the card see the wife –”, en el
contexto de una esposa que encuentra una tarjeta de visita en las
pertenencias de su marido. Literalmente podría traducirse: “Entonces vio la
tarjeta la esposa”, lo que suena mal en español. Eduardo Mendoza tradujo, con buen sentido,
“Entonces la esposa vio la tarjeta”. No queda claro por qué Forster construyó
tan retorcidamente la frase. Obviamente, trató de elegantizar el diálogo —ocurre entre
gente refinada del Londres de 1910—. Para complicar más el embrollo, hay que reparar
en el guión que termina la frase, en el texto inglés, que podría suponer un caso
de aposiopesis, esa figura retórica en que una sentencia es rota intencionadamente
y queda inconclusa; como, por ejemplo, “Más vale solo que…”. La aposiopesis se
marca con un guión ‘–’, de longitud equivalente a la letra m (em dash) o con puntos suspensivos (…).
Esto no aclara nada, pero lo hago constar porque el guión existe. Y termino, no
puedo detenerme más en esta digresión.
Muestro ahora, sin separaciones, un breve diálogo: Did you
say money is the warp of the world? Yes. Then what’s the woof? Very much what
one chooses. La traducción literal es: “¿Usted dijo que el dinero es la
urdimbre del mundo? Sí. Entonces, ¿qué es la trama? En gran parte, lo que uno
elige”.
Cualquiera que conozca la estructura de un telar puede
entender la traducción de lo que es una muy afortunada metáfora. La urdimbre es
el conjunto de hilos paralelos, en el telar, a través de los cuales pasan los
hilos de la trama, para constituir el tejido. El traductor aquí escogió
traducir: “¿Tú dijiste que el dinero es el alma del mundo? Sí. Entonces, ¿qué
es el cuerpo? Lo que uno elige, en gran parte”. Yo habría traducido
literalmente, con una Nota del Traductor, explicando el asunto del telar.
Más adelante: Said
the elder woman, quick as lightning. Y la traducción: “Dijo la mayor de las
dos mujeres con la rapidez con que se enciende una luz”. Aquí estuvo poco
afortunado, a mi juicio: podría haberse traducido “rápida como el rayo, o con
la rapidez del rayo, etc.”, respetando la literalidad.
Un poco después, dos cachorritos de perro entran de
repente en la habitación y alguien exclama: Oh,
Evie, how too impossibly sweet! Literalmente: “¡Oh, Evie, qué demasiado
imposiblemente dulces!”. Una traducción así obligaría a arrojar el libro a la
papelera más cercana o devolverlo al librero. El traductor prefirió: “¡Evie, qué cosa más mona!”. Hizo muy
bien.
Había seleccionado alguna dificultad más, pero me detengo
aquí. He transcrito ejemplos que llevan al traductor a lo que es su principal
dilema: escoger entre crear un texto que conserve el sentido original,
traduciendo ‘pensamientos enteros’ y no simples palabras; o bien, verter
literalmente las palabras originales, dejando al lector la tarea de recrear el
sentido, si no resultara obvio, si se hiciera oscuro. Es claro que ninguna de
las dos alternativas puede ser única y excluyente. El traductor ha de
aproximarse más a una u otra, según las características del texto y el efecto
final.
Muchas de las traducciones están mal pagadas, lo que
limita el elenco de profesionales disponibles. Una traducción bien hecha es un
tesoro, es una verdadera obra de creación. En teoría, y en la práctica, puede
suceder que ‘suene’ mejor un texto traducido que el original. El infortunado
Gérad de Nerval hizo una traducción del Fausto,
que entusiasmó a Goethe, quien llegó a decir que la prefería al original
alemán. La obra sigue siendo de Goethe, claro. Sirva esta entrada para mostrar
mi afecto y admiración hacia tantos traductores excelentes. A los que conozco y a
todos.
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