Trataré de apartarme poco a poco del tema de los
políticos, esa desgracia nacional que padecemos —si sigo un poco más, esto se
convertirá un caso típico de paralipsis—, perdidos tozudamente en lo accesorio,
siempre que sirva para desacreditar al adversario. Ya sé que no son todos así,
pero lo son muchos, demasiados. ¡Qué diferencia con aquel gran visir persa,
Abdul Kasem Ismael, de hace más de mil años, poseedor de una de las más
curiosas y fantásticas bibliotecas que han existido en el mundo!
Durante la Edad Media, la invasión árabe de Persia cambió
su modo de vida y su cultura. Sin embargo, algunos grupos resistieron esa
influencia, llegaron a reconquistar su independencia y reavivaron su identidad histórica
durante los siglos IX y X. Se conservó así la lengua persa, que es la oficial
hoy día, y se desarrolló además una literatura autóctona, que fue capaz de
influir en la poderosa civilización musulmana. Fue en esta época cuando Abdul
Kassem Ismael fue nombrado Gran Visir.
Este hombre sabio (938-995), lector infatigable, logró
formar una biblioteca de 117.000 volúmenes de la que, si hemos de creer la
leyenda, jamás se separaba y llevaba consigo en los frecuentes y largos viajes
a los que estaba obligado por sus misiones de guerrero y estadista. Tan valiosa
carga era transportada por cuatrocientos camellos, amaestrados cuidadosamente
para que marcharan lentamente y en orden alfabético, de manera que los
camelleros-bibliotecarios pudieran encontrar rápidamente la cita o información
buscada. Cada camello portaba unos trescientos manuscritos en idiomas persa o
árabe, así como incontables dibujos e ilustraciones. Si un camello rompía la
formación, de dos kilómetros de larga, era castigado severamente por los
encargados de mantenerla. Este visir no sólo era persona culta sino de trato
muy afable, lo que le valió entre sus súbditos el sobrenombre de Saheb, el camarada.
Uno de nuestros brillantes políticos, conocido ya por la
hondura de sus citas, ha vuelto a tomar ideas de una pegadiza canción actual, en su
crítica a un célebre caso de corrupción, de un partido al que se censura mucho por
eso. Quizá debiera reflexionar sobre el dicho popular alemán Gelegenheit macht Diebe, la ocasión hace
ladrones, y ser más cauto por si alguna vez su grupo accede al gobierno y a su
enorme poder de perversión.
Dos últimas palabras para informar de que todavía existen
en ciertos países de África librerías ambulantes servidas también por camellos,
para que puedan llegar los libros a las regiones más apartadas, donde no
existen carreteras ni caminos
practicables para medios mecánicos.
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