En mis entradas trato de ser
breve, que no anda bien de tiempo la gente. A veces pienso luego que debería
completar algo de lo dicho, atar algunos cabos sueltos. Como me ocurre ahora
con el senador republicano de Illinois, Everett Dirksen, al que mencioné en Un político catalán. Dije allí que era
un amante apasionado de las caléndulas, sin más. La verdad es que trató de que
fuera nombrada flor nacional de los Estados Unidos, lo que no logró. Dirksen
había nacido en Pekin (Pekin, Illinois) y muy poco después de su muerte, ocurrida
en 1969, empezó a celebrarse allí un Festival Anual de Caléndulas en memoria
suya. También la ciudad se ha otorgado el título de Capital Mundial de las
Caléndulas. En más de una ocasión, el veterano senador, en medio de crispados
debates políticos, rebajaba la tensión hablando a sus compañeros de esta flor
singular. Todos se lo toleraban y seguramente se lo agradecían; estaba enamorado de una flor. Alfred Tennyson escribió que si pudiéramos comprender una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo.
Su oratoria era rebuscada y
florida, su voz grave y persuasiva. Era muy popular. Grabó cuatro álbumes de
discursos y alocuciones sobre diversos temas y uno de ellos, Gallant men, estuvo en puestos altos de
las listas de ventas y hasta ganó un Premio Grammy en 1968. Aparecía a menudo
en los programas de televisión e hizo también algún cameo en alguna película.
Era querido y respetado, tanto por los miembros de su partido como por los de
la oposición. Murió al ser intervenido (se le practicó una lobectomía) por
cáncer de pulmón, un poco después de mi vuelta a España. Ocupa un lugar
destacado en mis recuerdos de aquellos años, para mí felices.
Otra puntualización. He
hablado en este blog de cuentos y sueños y he copiado alguno de ellos.
Naturalmente, esto lo puede hacer cualquiera con la simple intención de dar a
conocer pequeñas piezas de literatura que pueden resultar nuevas para algunos
lectores. Como cualquiera puede construir un blog; lo escribo yo y lo puedes
hacer tú, lector. Lo único que querría apuntar es que cuentos y sueños han
ocupado de siempre un lugar en mis escritos y en mis charlas.
En la próxima entrada me
referiré a un cuento persa, bellísimo, que es el epígrafe, el inicio de uno de
mis relatos, Mis antiguos encuentros con
la Muerte. Y también a una ensoñación mía, desarrollada en la Bolonia del
siglo XVI, que constituyó parte de una conferencia de hace ya unos años, sobre
la formación del concepto de probabilidad. Para mí, los relatos, un género
variablemente valorado a lo largo del tiempo, forman una parte sustancial e
imprescindible de la historia de la literatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario