Estoy persuadido de que con cualquier nacionalismo la razón se toma unas
largas vacaciones. Esperar de los oficiantes del secesionismo catalán
declaraciones llenas de lógica, de sentido, revelaría un optimismo
absolutamente impropio. Lo que sí se puede encontrar son piezas de pensamiento
tremendamente originales. Resumo unas recientes declaraciones del señor Artur
Mas, refiriéndose al resto de los españoles: Nos quieren. Muy bien. Pues si nos
quieren que nos respeten y dejen votar.
Tan enhebrada argumentación me hizo recordar el caso de un conocido mío,
que tenía una muy bella esposa y una joven criada, de nombre Paulina, también
de buen ver. El marido un día, casi sin querer y porque estaba aburrido, le
tocó distraídamente el antifonario a la doncella, sin que esta diera
inequívocas señales de disgusto o enfado. Animado por el resultado del experimento,
continuó estas exploraciones preliminares con el resultado de que la joven perdió
a los pocos días su doncellez. Desde entonces, el buen hombre repartió sus
deberes entre las dos mujeres, sin grandes problemas y en una situación vital
personal cercana, próxima a la felicidad.
Hasta que la legítima se enteró. Entonces se armó el consiguiente barullo
y el hombre tuvo que estructurar su pensamiento, para decirle a su esposa:
Afirmas que me quieres y deseas lo mejor para mí. Pues si es así, ¿por
qué no aceptas que me acueste con la Paulina, sabiendo lo mucho que me gusta
eso? En el fondo, mi felicidad te importa un pimiento. Si me quisieras,
dejarías que siguiera disfrutando del privilegio de la Paulina. Es la misma
certera lógica de Artur Mas. Bueno, pues con tan meditado razonamiento, no pudo
convencer a la cónyuge. Es que nunca se avienen a razones.
Otras joyas de pensamiento se relacionan con el referéndum escocés.
Algunos catalanes dicen, para molestar y enredar, que admiran y envidian la
sabiduría, el fair play, del primer
ministro británico, David Cameron, al permitirlo. Algunos españoles arguyen,
igualmente para molestar, que admiran y envidian la sabiduría del pueblo
escocés y que con pueblos así se puede ser liberal y permisivo, no con otros. En
realidad, si lo miras bien —y hasta mirándolo de cualquier manera posible— el
caso escocés y el catalán se parecen como un huevo a una castaña.
Jamás en mi vida me había yo ocupado de Escocia y andaba tan contento en
esa ignorancia. Ahora lo he hecho y aprendí muchas cosas. Para empezar, Escocia
tiene unas ochocientas islas, muchas más que Cataluña. Es un estado soberano
independiente desde la alta Edad Media —de hecho, a principios del siglo XVII
el rey escocés Jaime VI devino también rey de Inglaterra e Irlanda— y sólo en
1707 se unió voluntariamente a Inglaterra, para formar la Gran Bretaña. Y resulta
que, con sólo un poco más de cinco millones de
escoceses, tienen diez premios Nobel —el más
conocido de ellos es, sin duda, Alexander Fleming—. Las aportaciones de este pueblo
han sido notabilísimas en todos los campos de la ciencia, la ingeniería, las
comunicaciones, la cultura. Para quien quiera saber algo más de todo esto, le
sugiero que lea, como paso inicial, un artículo de Wikipedia, Scottish Inventions and Discoveries (Invenciones
y descubrimientos de los escoceses). Se trata, en verdad, de un caso extraordinario
y peculiar.
No tienen en cambio
un plantel de premios mundiales de motociclismo que se pueda comparar al
catalán (creo yo que muchos de estos campeones son catalanes; de esto no sé
nada, nunca vi una carrera de motos). Ni tienen un entrenador de fútbol que
haya conseguido tantos trofeos como el que hasta hace poco lo fuera del Barça. Y
que haya logrado, lo que es mucho más difícil, aburrir con el juego que
postula a espectadores de toda Europa. Vayan unas cosas por otras. No se puede
tener todo.
Qué fastidio tener
que hablar de todo esto. Trataré de no hacerlo más, de verdad. En el fondo, el
problema estricto del secesionismo catalán no me importa gran cosa. Lo que
soporto mal es la irracionalidad, el engaño, la demagogia y el recurso más o
menos permanente a las masas. En cuanto a sus adalides, ¿no pudieron encontrar
otros?
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