Hoy, día de la
Fiesta del Libro, se conmemora la muerte de Miguel de Cervantes, e interrumpo
mi ciclo o serie sobre el cirujano americano Adrian Kantrowitz, del que queda
sólo una entrada más —¡ánimo lector!—, para insertar una pequeña curiosidad,
que me llegó hace ya unos años.
El primer tomo
del Quijote fue impreso en la imprenta de Pedro de Madrigal, regentada desde su
muerte por su viuda, María Rodríguez de Rivalde, aunque quien figuraba
comercialmente como responsable fuera su yerno Juan de la Cuesta, el nombre que
nos resulta familiar a casi todos. Se publicó en 1605, pero, naturalmente, los
ochenta y tres pliegos de que constaba empezaron a imprimirse con anterioridad,
en el verano de 1604, o quizá antes. La licencia es de septiembre y la impresión
debió de terminarse hacia noviembre, porque el testimonio de erratas tiene fecha
de uno de diciembre. Hubo que esperar, sin embargo, la Tassa, la fijación del precio, que se rubricó el veinte de ese
mismo mes. La composición final todavía requirió algún tiempo y el libro apareció
por fin a primeros del año 1605.
Antes se
debieron de hacer algunas pruebas, de algún pliego o partes, y en una de ellas
estaba la portada, con fecha todavía de 1604. Esa hoja, impresa sólo por una
cara, se encontró envolviendo un legajo de manuscritos, que no tienen nada que ver
con el Quijote. Estaba arrugada y con la tinta algo borrada, pero fue
“amorosamente lavada, cuidadosamente planchada y orgullosamente reproducida”. Una de
estas reproducciones, numeradas, me llego a mí y la ofrezco hoy como simple
dato curioso a mis lectores. La fecha que aparece es 1604.
He obtenido
estos datos de uno de los envíos periódicos, Aguinaldos, nº 8, de
Gráficas Almeida, imprenta madrileña de más de sesenta años, situada en pleno barrio
de las Letras, no lejos de donde vivió Cervantes y de donde se imprimió por
primera vez el inmortal libro.
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