Acaba de saltar
a los medios de comunicación la confesión del señor Jordi Pujol, reconociendo que
guardaba una cierta cantidad de dinero en Andorra, sin haberla declarado a la
Hacienda española. Siento que esto sea así, sinceramente, y hubiera preferido
que las sospechas sobre su conducta hubieran resultado totalmente infundadas.
No me gusta hacer leña del árbol caído y en un relato mío declaraba firmemente
que “no soy de los que condenan por meros indicios, tantas veces falsos y
malintencionados, aunque tampoco podría garantizar la inocencia de nadie”.
El relato era
de humor, no excesivamente ácido, y no mencionaba expresamente al ex-presidente
catalán, aunque estaba claro que me refería a él. Dado que la situación que
motivó aquel relato no ha cambiado en absoluto y que mi escrito tenía una clara
intención didáctica o polémica, querría recordarlo a mis lectores. Es la
entrada de mi blog del día 16 de diciembre de 2013, de título El mejor pívot de la historia fue catalán.
El lector puede encontrarlo completo allí y leerlo o releerlo. Responde al tipo
de entradas ligeras que planeé para esta tiempo de verano. La semana que viene
empezaré a publicar por entregas otro relato mío, Mis antiguos encuentros con la Muerte. Feliz verano, amigos
lectores.
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