27 de enero de 2014

Charles Howard Hinton


Prometí indagar sobre Hinton, autor del que Borges quizá tomó la idea del ‘pasado modificable’. Recalco intencionadamente el adverbio porque la cita borgiana es muy escueta: “las diversas eternidades que han ideado los hombres, desde el inmóvil Ser de Parménides hasta el pasado modificable de Hinton” —ya no se dice nada más— y no creo que llegara aquí a más profundidades el maestro argentino.

Charles Howard Hinton (1853-1907) fue un matemático británico, escritor de ciencia ficción e interesado en la cuarta dimensión. No es fácil de leer, aviso, y en sus especulaciones se remonta a Parménides, Platón y Aristóteles. De Platón aprovecha su famoso mito (República, libro VII), que cuenta cómo unos hombres encadenados en una caverna perciben sólo sus sombras y las de otros objetos proyectadas sobre la pared a la que miran forzada y continuamente. Uno de ellos logra salir de la cueva, contempla el mundo real y comprueba cuán distinto es de lo que ha visto hasta entonces. Lo mismo hace el filósofo, elevándose al mundo de las ideas, más grande y más real que el percibido por los sentidos; un mundo en el que todo lo que nos afecta no es pasajero y transitorio, sino eterno. Por cierto que Platón, al imaginar que ese hombre regresara a la caverna y contara el descubrimiento a sus compañeros, aventura con gran pesimismo, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos?

Hinton utiliza esta alegoría para proclamar que “as our world in three dimensions is to a shadow or plane world, so is the higher world to our three-dimensional world. That is, the higher world is four-dimensional” (lo que nuestro mundo de tres dimensiones es a un mundo plano de sombras, es lo que el mundo superior es al nuestro tridimensional. O sea, el mundo superior es tetradimensional). Entiendo que también podría tener más dimensiones. Cualquiera que haya estudiado casos de regresión múltiple, sabe que la mente se desenvuelve sin problemas, en lo matemático, en espacios de cualquier número de dimensiones. Otra cosa, naturalmente, es imaginar tales espacios.
 
Hinton sugiere también que el movimiento es aparente. “We can conceive that all things and movements in our world are the reading off of a permanent reality by a space of consciousness” (podemos concebir que todas las cosas y movimientos en nuestro mundo son lecturas a partir de una realidad permanente en un marco de conciencia). Y sigue diciendo, “each atom at every moment is not what it was, but a new part of that endless line which is itself” (cada átomo en cada momento no es lo que fue, sino una nueva parte de la línea sin fin que es). Hinton trata de explicar esto con figuras geométricas y proyecciones y, leyéndole con cuidado, puede uno hasta pensar que lo ha entendido. No estoy nada seguro de eso, lector, y creo que es un autor que requiere una mentalidad matemática, que no se da en las personas corrientes.

Más adelante Hinton recurre a las teorías de Lobatchewsky and Bolyai, sobre la geometría no euclidiana, porque tienen, según él, una singular y curiosa relación con el mundo superior que postula. Una geometría en la que los ángulos de un triángulo pueden sumar más de dos ángulos rectos y en la que desde un punto se puede trazar más de una recta paralela a otra recta dada. Una geometría en la que el cuadrado de la hipotenusa puede no ser la suma de los cuadrados de los catetos, sino su diferencia. Beltrami mostró que esa geometría operaba en ciertas superficies curvas; la conocerían seres hipotéticos que vivieran en la superficie de una esfera.

Nada fácil de entender, ya digo. Borges es un escritor y sabe apropiarse de lo que conviene para edificar una fantasía. De la línea que copié antes —each atom at every moment is not what it was— puede surgir la idea de un ‘pasado modificable’. Nada que objetar desde el punto de vista de la ficción, de la literatura, pero absolutamente cuestionable desde el punto de vista físico o metafísico. Este ejemplo vale para resaltar lo que de inasequible tienen algunas teorías científicas, que no pueden ser aprehendidas por todos. Hermann Weyl (1885-1915), un gran físico y matemático alemán, dijo en su día que si murieran diez o doce personas determinadas, la física de la época se perdería para siempre. Siempre conviene ser humilde que, como decía el paje Florisel al que ya mencioné, “al que sabe ser humilde, en todas partes le va bien”. Pero es que, en ciertos casos es absolutamente necesario y lo contrario es suicida. ¡Cómo para andar por ahí diciendo que uno lo entiende todo!

No pude elucidar mucho sobre el pensamiento de Hinton, pero encontré motivo de reflexión para el enigma de la posible modificación del pasado. Eso ocurre a veces, que se descubre lo que no se busca, pero a esto me referiré en una próxima entrada que se titulará Serendipity.

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