Sólo para atar
cabos: era imposible mencionar, en tres cortas entradas de un blog, las infinitas
formas de la violencia. Tampoco era mi propósito, la violencia ha sido un Leitmotiv, un hilo conductor, para mostrar
historias o textos que me parecieron curiosos. Ni mencioné la llamada, con más
o menos fortuna, violencia de género. Ni hablé tampoco de la guerra, su forma
más intensa y obvia, aunque no la más vesánica, porque la propia estructura y
disciplina de los ejércitos impone quizá una cierta disciplina en el desarrollo
de las acciones bélicas. Sin llegar siempre a lo que se cuenta de la batalla de
Fontenoy, del once de mayo del año 1745. Lo escribió Voltaire, en su Précis du siècle de Louis XV y algún
documento parece corroborarlo; otros no. Daré su versión:
Cuando
las tropas francesas se encontraron con las inglesas, sus respectivos
capitanes, el conde de Anteroche y Milord Charles Hay, se saludaron
educadamente, quitándose sus sombreros. El inglés invitó a los franceses a
disparar primero, Messieurs des Gardes
Françaises, tirez, a lo que estos respondieron, Messieurs,
nous ne tirons jamais les premiers: tirez vous-mêmes. Los
ingleses abrieron fuego y masacraron las primeras líneas francesas, aunque luego
perdieron la batalla. ¡Qué cortesías, cuánta fineza! Existe, sin embargo, una
carta anónima que refiere el hecho al revés: los ingleses invitan y los
franceses disparan primero. Por cierto, el mariscal de Saxe, en notas tomadas
en 1732, antes de Fontenoy, para sus Rêveries,
afirma que quizá no sea una buena cosa disparar primero: un bataillon qui s’est
amusé à tirer sera désavantagé par rapport à celui qui a conservé son feu. Le
temps pris pour recharger les armes et pour laisser se dissiper la fumée peut
en effet être mis à profit (un batallón que empieza a disparar, estará en
desventaja frente al que retiene su fuego, que puede aprovecharse más tarde del
tiempo necesario para que recarguen las armas y se disipe el humo).
O
sea, que tal vez sea mejor esperar. Lector, aquí no sabría qué aconsejarte. Trata
de no ir a ninguna guerra, si está en tu mano. En caso de duelo —esa
maravillosa creación de la inteligencia humana, fruto de su confianza en la
justicia divina; esa auténtica ordalía, ese canto al honor y la bravura,
desgraciadamente en desuso— la situación es distinta: dispara lo antes que
puedas.
Violencia por
doquier: en la guerra, en la paz, en las grandes ciudades, en los pueblos
pequeños, de los jóvenes, de los viejos, de los locos, de los cuerdos,
terrorista… Violencia de hoy y de siempre, eterna. No quiero olvidar una violencia
heroica, igualmente condenable, porque conviene saber que hay héroes que pueden
arruinar a los pueblos. Leí recientemente algo de la vida de Rafael Casanova. Al
final del sitio de Barcelona era Conseller
en Cap y en un último bando “amonesta
y manda a todos generalmente, a partir de los 14 años, sin ningún pretexto, ni
excepción de persona alguna, tome las armas, y asista a la defensa de esta
Excelentísima Ciudad”. En este episodio bélico hubo unos veinte mil muertos
y heridos, entre los dos oponentes.
Poco más tarde Casanova
fue herido de bala en un muslo, rescatado y puesto a salvo. En el libro de entradas del Hospital General
de la Santa Creu, figura como muerto el día once de septiembre de 1714. Afortunadamente
no fue así y vivió hasta los ochenta y tres años. En algunos de estos
documentos encuentro la expresión “tots els bons catalans”. Cuando veo cosas así, en
cualquier contexto, me echo a temblar. Alguien se arroga el derecho de
distinguir los buenos de los malos. Pésima materia siempre.
No sé por qué
he escrito sobre la violencia: la repudio con toda mi alma. Buscando en
Internet casos de crueldad extrema, aparecerán probablemente muchas referencias.
No ha sido ese mi método; mis citas provienen de mis lecturas, aunque luego
haya tratado en ocasiones de sustanciarlas. El texto de la maldición papal, en
el caso del alumbre, por ejemplo, viene de un excelente libro, un clásico de la
literatura médica, The diseases of
Occupations, de Donald Hunter.
No hay comentarios:
Publicar un comentario