Quedé en hablar
sobre el modo en que un poeta, filólogo y ensayista, Pablo Cabañas, enfoca el
estudio de la expresión ¡Viva la
bagatela! Es un abordaje muy distinto al de un lector sin más, pero que —y
este es el motivo por el que traigo el tema aquí— deja a este un margen para
opinar y expresar sus puntos de vista.
El filólogo
empieza haciendo alguna reflexión sobre la generación española del 98 y
enseguida entra en la materia, afirmando que la expresión citada aparece en
tres de los más brillantes escritores de la época: Valle-Inclán, Baroja y
Azorín. Y va contando las ocasiones en que esto ocurre.
De Valle cita
el pasaje de Sonata de invierno, que
ya mostré yo en mi entrada anterior. Añade luego que dicha expresión también
aparece en otra obra suya, Luces de
bohemia, cuando don Latino de Hispalis y otros jóvenes modernistas acuden a
la redacción del periódico El popular
y allí el redactor jefe, don Filiberto, les increpa: “Hay alguno de ustedes, de
los que ustedes llaman maestros, que se atreve a gritar ‘Viva la bagatela’. ¡Y
eso no en el café, no en la tertulia de amigos, sino en la tribuna de la Docta
Casa! ¡No puede ser,
caballeros! Ustedes no creen en nada: son iconoclastas y son cínicos”. La Docta
Casa es el Ateneo, aclaro.
En El mayorazgo de Labraz, de Pío Baroja,
obra de 1903 y dos años anterior a Sonata
de invierno, uno de los personajes, don Ramiro, pregunta a un inglés,
Samuel Bothwell, que si es un estoico, a lo que este responde: “Mis ideas
filosóficas y sociales se compendian en este grito de Swift, ¡Viva la
bagatela!”. En sus Memorias, don Pío aclara
que la frase no la tomó de Valle y defiende su primogenitura: “Yo fui el
primero en exhumar ese grito del abate Swift”.
Aunque luego afirma: “Actualmente yo no tengo la seguridad de si este
grito de un escéptico, que leí en una crestomatía inglesa, estaba atribuido al
abate Swift o a Sterne, que también era abate y también irlandés”. Y vuelve a citar
la frase otra vez en sus Memorias, en
el prólogo de Bagatelas de otoño.
Ramón Gómez de
la Serna, en su biografía de Azorín, documenta también la expresión, al
insertar unas palabras que el primero pronunció en un homenaje al segundo, el
26 de junio de 1930: “Siempre hay
cosas nuevas que decir sobre la vida de este escritor, que es un verdadero literato; libre desde que
entró en aquel café solitario
de su juventud y pidiendo una copa de aguardiente, exclamó: ¡Viva la bagatela!”.
Para Cabañas, el padre español de la
expresión es, sin duda, Azorín. Un artículo suyo, Curso abreviado de pequeña
filosofía es una glosa de la misma y se inicia y termina con el
grito tantas veces mencionado, verdadero hilo conductor del artículo. De Azorín
pasaría a Baroja y de este a Valle. No es casual que se produzca esta especie
de eslogan, este motto, entre los
escritores del 98. Al fin y al cabo resume una renuncia, una desilusión, un
escepticismo, tan justificado y extendido entre los miembros de esa generación.
Y termino aquí para no hacer más enfadosa la relación.
Como se ve,
todo esto es el resultado de una rigurosa investigación de textos, con un
propósito definido y las pertinentes conclusiones. Es el trabajo de un
especialista, de un experto. Que deja abierto, sin embargo, y es lo que me interesa
subrayar otra vez, un amplio campo de meditación para el profano, que puede
juzgar sobre la inserción de la expresión en un determinado texto, sin
necesidad de conocer todos estos detalles.
Expresión, por
cierto, que no procede de Jonathan Swift, sino de Laurence Sterne (1713-1768),
el autor de la excelentísima Vida y
opiniones de Tristram Shandy. Aunque de otra obra suya, A sentimental
journey through France and Italy;
concretamente, de una carta de la misma, de la que tomo un fragmento. El
texto está en francés y así lo transcribo: L’amour n'est rien sans sentiment. Et le sentiment
est encore moins sans
amour. […] En attendant, ¡Vive l’amour et vive la bagatelle!
Fray Gerundio, usted cita alguna vez obras suyas, pero no dice dónde encontrarlas o conseguirlas. Yo creo que debería dar información al respecto. Me gustan muchas de sus entradas, aunque a veces son algo largas.
ResponderEliminarHermana Loles, usted debe de ser de las recién llegadas al convento. Claro que se pueden encontrar mis obras. En el blog, justamente debajo de la foto de portada, hay una pestaña "Página de autor en Amazon". Haciendo clic con el ratón, se llega a mi página de Amazón, en donde están todas ellas, con una breve descripción, y donde hasta se pueden comprar, si esa es la voluntad de Dios. Sus designios son inexcrutables.
ResponderEliminarQue te sea todo leve y feliz, hija mía.